«Los Cardenales deben ser hombres de verdadero valor…
«Los Cardenales deben ser hombres de verdadero valor; deben poseer una vida interior intensa y otras dotes humanas correspondientes a su alta función…Particularmente los Cardenales de Curia, o al menos los principales, a quienes se les confía las responsabilidades más grandes de la Iglesia, deben ser hombres de gobierno, de iniciativa, con capacidad de intuir y querer emplear todos los medios modernos para la gloria de Dios…En estas Congregaciones (Romanas) la posibilidad de cambio, de sustitución -de la que naturalmente habrá que hacer uso con extrema prudencia-, sería la mejor garantía de un buen funcionamiento y una de las reformas más eficaces para el bien de la Iglesia».
“Sin exceso de burocracia y sin distancias artificiosas”
Una vez así revitalizado el Sacro Colegio, según el PL, podría gozar de suficientes prerrogativas para mantener un contacto vivo con la base:
«Una vez elegidas estas personas aptas, mantenidas a través de las necesarias sustituciones, los grandes responsables del gobierno de la Iglesia deben procurar mantener un contacto vivo con los campos a ellos confiados, sin exceso de burocracia y sin distancias artificiosas… Deberían, por tanto, tomar en mano, verdaderamente, el pulso de la humanidad…. Para ello, incluso más que para el Santo Padre, sería conveniente verles personalmente viajar, para darse cuenta, de modo directo y con espíritu apostólico, de lo que acontece. Deberían visitar permanentemente obispos, seminarios, religiosos, laicos, las Misiones (…)»