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Proyecto de reforma que Pío XII pidió al padre Lombardi

Pío XII pidió al P. Lombardi un proyecto sobre la reforma de la Iglesia.

El 5 de mayo de 1948 le pidió que lo redactara tal como el PL sentía y creía que le estaba pidiendo Dios. Desafiado por el encargo papal, el PL entre julio y agosto se dedica durante un mes de oración y reflexión a elaborar el Proyecto solicitado. El trabajo fue sometido al parecer de un grupo amplio de confidentes, entre ellos, su Superior General (P. Janssens): el Superior de la comunidad y rector de la Civiltà Cattolica; su Director Espiritual, D. Calabria; sus compañeros del Grupo ‘Mundo Mejor’ y algunos más…cuyo parecer tuvo muy en cuenta.

Proyecto 1948.

Ese fue el nombre que le dio, el propio padre Lombardi, a la propuesta que terminó de elaborar el día de la Virgen de la Asunción (15.VIII.1948) y el  P. Rotondi SJ  se encargó de entregar personalmente a Pio XII el 26 de Agosto de 1948.

Estructura del Proyecto

Como objetivo, el PL pretende abarcar los principales campos de la Iglesia, con la mayor profundidad y el mayor amor posibles. Va indicando con claridad y delicadeza las realidades que hay que cambiar en la Iglesia y las ‘novedades evangélicas’, que – según él –  habría que introducir en ella para que se dé una verdadera renovación.

El Proyecto consta de 12 capítulos. 

He aquí una síntesis:

1.- El Santo Padre.

2.- Los cardenales

«Los Cardenales deben ser hombres de verdadero valor…

«Los Cardenales deben ser hombres de verdadero valor; deben poseer una vida interior intensa y otras dotes humanas correspondientes a su alta función…Particularmente los Cardenales de Curia, o al menos los principales, a quienes se les confía las responsabilidades más grandes de la Iglesia, deben ser hombres de gobierno, de iniciativa, con capacidad de intuir y querer emplear todos los medios modernos para la gloria de Dios…En estas Congregaciones (Romanas)  la posibilidad de cambio, de sustitución -de la que naturalmente habrá que hacer uso con extrema prudencia-, sería la mejor garantía de un buen funcionamiento y una de las reformas más eficaces para el bien de la Iglesia».

“Sin exceso de burocracia y sin distancias artificiosas”

Una vez así revitalizado el Sacro Colegio, según el PL, podría gozar de suficientes prerrogativas para mantener un contacto vivo con la base:

«Una vez elegidas estas personas aptas, mantenidas a través de las necesarias sustituciones, los grandes responsables del gobierno de la Iglesia deben procurar mantener un contacto vivo con los campos a ellos confiados, sin exceso de burocracia y sin distancias artificiosas… Deberían, por tanto, tomar en mano, verdaderamente, el pulso de la humanidad…. Para ello, incluso más que para el Santo Padre, sería conveniente verles personalmente viajar, para darse cuenta, de modo directo y con espíritu apostólico, de lo que acontece. Deberían visitar permanentemente obispos, seminarios, religiosos, laicos, las Misiones (…)»

3.- La Curia Romana

 “Que impulsen la vida de la Iglesia e incluyan laicos”

El PL propone en el Proyecto que las Congregaciones de la Curia Romana ejerciten “una función propulsora” en la Iglesia, más que reducirse a órganos puramente administrativos, superando en lo posible una mentalidad burocrática, el espíritu de carrera (‘carrerismo’), la ambición humana; que se reduzcan o anulen los títulos honoríficos, que los laicos realicen los servicios no exclusivos de sacerdotes, ya que estos son, en otras partes, más necesarios; que se provea la eliminación de «especulaciones ilícitas» y de  ‘favoritismos’ que ofenden la justicia…Concretamente:

«En este campo hay mucho que cambiar, especialmente en lo que se refiere a una mayor espiritualidad, al espíritu de animación y de comunión (…)

«Las Congregaciones (de la Curia) deben actuar verdaderamente como estimuladores de toda la vida de la Iglesia, con una tarea propulsora… Los Obispos, los Superiores Generales, todos los responsables del mundo católico en sus campos deben sentirse sostenidos, estimulados, guiados, animados por la Congregación correspondiente a su trabajo, con una preocupación prevalentemente espiritualHa de combatirse, sobre todo, el espíritu de carrera y de ambición humana».

4.- Los obispos

“Hombres cordiales, que gobiernen y estén abiertos a todos”

En cuanto a la renovación del episcopado, el PL hace notar sobre todo la dificultad de muchos sacerdotes para tratar con sus obispos “al estilo de Jesús”.

«Hoy no es frecuente encontrar obispos que tengan verdaderamente en su mano la diócesis, por el camino que sería el más sencillo y el querido por Jesús, es decir, poseyendo el corazón y la mente de sus sacerdotes…En cuanto a poseer el corazón de sus sacerdotes es raro que sean verdaderamente padres de sus sacerdotes, y que estos se dirijan a ellos con una verdadera confianza filial (…)

«La renovación querida por Jesús para su Iglesia exige que se remedie estos dos defectos: exige obispos muy humildes con su clero y al mismo tiempo de fuerte personalidad, con vida interior intensa y con capacidades humanas notables, proporcionadas a lo que ya se ha dicho de los Cardenales».

Edad tope para la renuncia

«Se impone como indispensable una renovación del cuerpo episcopal». Para esto, el PL adelantándose en muchos años a lo que será después una práctica en la Iglesia, sugiere la renuncia de los obispos a los 75 años de edad. ‘Cuando salió el motu propio de Pablo VI con esta norma para toda la Iglesia, el PL al leerlo en L’Osservatore Romano se echó a llorar de emoción. Yo estaba presente y soy testigo de ello’ (Juan Pedro Cubero)

«En primer lugar, habría que proveer el retirar a los obispos que no sean ya capaces (de guiar su diócesis). Para obtenerlo con suavidad podría ser oportuno fijar un limite de edad -como ya se ha dicho para los Cardenales de Curia- ojalá que sea alrededor de los 75 años, aunque podría anticiparse o posponerse según los casos, a juicio del Papa. Es fácil imaginar cuánto bien traería esto a toda la Iglesia, si para los obispos fuese cosa natural el retirarse (…)».

El P.L. se detiene seguidamente en la diócesis de Roma: «La capital del mundo católico debe brillar sobre el candelabro por el testimonio y la actividad de su clero, bajo una guía iluminadora y celosa».

5. La revisión de la diócesis

Este capítulo se refiere sobre todo a la Iglesia en Italia y es también una de las preocupaciones del proyecto. El PL pide al Papa que el número de las diócesis italianas se reduzca de 284 (que había entonces) a unas 140 y que se instituya un Órgano Eclesiástico Nacional de modo que se llegue, después, de forma unitaria a todos los episcopados. A esta luz sugiere a Pio XII lo que hizo realidad el Concilio Vaticano II: «Se deberá llegar a establecer Conferencias Nacionales del Episcopado en todo el mundo».

El PL toca también aquí el problema de la distribución del clero: Junto a la reducción del número de diócesis, sugiere  que el Papa proponga la idea de un “clero inter-diocesano”, disponible para cualquier diócesis de la Nación. Esto equivaldría a revisar la ‘inmovilidad’ propia de la incardinación diocesana.

«Será necesario que el Santo Padre lance, con autoridad a todos los obispos y sacerdotes, la idea de una ayuda mutua entre las diócesis más numerosas y las más escasas de clero, organizando para ello instituciones adecuadas, (como por ej., ‘Los Oblatos Inter-diocesanos que manteniéndose sacerdotes seculares estarían disponibles para cualquier diócesis de la nación, a juicio de la autoridad competente’)».

6. El Clero Secular

Este es uno de los capítulos más amplios y el P.L. se detiene en tres puntos fundamentales: constituir un «cuerpo de padres espirituales del clero», «proveer a la situación económica del clero» y, en cuanto a la disciplina eclesiástica del celibato, «revisar la situación de tantos sacerdotes secularizados…» Concretamente:

El problema del aislamiento y la formación…

Lombardi trata ampliamente la situación de tantos sacerdotes seculares aislados, sobre todo en lo que toca a la vida espiritual de cada uno. Y a este respecto dice: “Con todo, son muchos, muchos los que esperan con ansia algo nuevo».

«También parecería indispensable constituir una categoría selecta de ‘padres espirituales del clero’, quienes deberían moverse entre los sacerdotes y tener con ellos retiros espirituales mensuales y subsidiarlos en la indispensable actualización teológica y pastoral…».

 La vida común del clero

«La vida común del clero ha de ser promovida y favorecida en todos los lugares donde sea posible, por las repercusiones espirituales que ello tendría».

7.- Los Seminarios

No deja de ser significativo alguno de los puntos que el PL presenta a Pio XII sobre la reforma de los Seminarios:

.Formación adecuada a la vida

“Naturalmente la renovación del clero está íntimamente unida a la formación de los seminaristas. Por eso, se deberá prestar toda la atención necesaria a los Seminarios: la educación que hoy se da, aparece con frecuencia inadecuada en cuanto a la vida que le toca llevar al sacerdote..”

 Atención a la  herejía de la acción!

“La herejía de la acción que olvida el ‘sin Mí no podéis hacer nada’ y que instintivamente ejercita una atracción fascinante en el alma juvenil, debe ser combatida a muerte».

 “El sacerdote-pastor en lugar del sacerdote-poder”

«La figura del sacerdote como ‘poder establecido’ debe ser sustituida por la figura de un ‘sacerdote-pastor’ que comprenda los tiempos y los hombres (mujeres) de hoy, que tenga el arte de buscar y de conquistar a la gente sin que le sea totalmente extraña ninguna familia confiada a su cuidado».

8.- Los religiosos

Es este un capítulo también muy amplio y lleno de propuestas de reforma. Se centra  sobre todo en el espíritu de pobreza y de caridad evangélica, anticipándose también en esto a la visión de Pablo VI (cfr. Ecclesiam Suam II.Parte, «Renovación») y al Concilio Vaticano II (Cfr GS 88).. Apoyámdose en la experiencia (dice no hablar ‘en teoría’), sus palabras aquí son más de denuncia y, aunque hoy nos suenen exageradas, pueden ser también significativas e interpelantes:

Espíritu de pobreza

«En cuanto a la pobreza evangélica, también hay casas religiosas ricas que son (aparecen) a veces hasta mezquinas. Incluso hay religiosos que se muestran ajenos al problema, aunque reciten palabras consoladoras hacia los que sufren: cerrados en un aislamiento que en el fondo es egoísmo…y, a veces, hasta con el corazón extrañamente duro hacia el dolor de otros (…)”

 Espíritu de caridad y unidad

«En cuanto al espíritu de cuerpo sería ya tiempo de que los religiosos sintiesen que todos son ‘uno solo’ en Jesús. Es penoso, pero innegable, la falta de caridad de los mismos hermanos de casa: aunque va creciendo el espíritu de colaboración y de mutua ayuda en el trabajo, no es raro que se dé a veces incluso rencor y frialdad…y hasta se da el caso de hermanos que no se hablan entre sí (…)»

Revisión de todos los Institutos

«Es necesario hacer una revisión de todos los Institutos que hoy existen en la Iglesia, de modo que se supriman, si es necesario, los que ya están superados y se mantengan los otros que tengan actualidad (…).

9.- Las religiosas

Es un capítulo breve, pero denso de propuestas de reforma. He aquí alguna de ellas:.

 Formación espiritual y humana

«La renovación de la Iglesia debe considerar en particular este problema con amplitud de vista…El primer deber que se impone absolutamente a la autoridad es el de formarlas mejor: espiritual e intelectualmente, y también en su personalidad humana. Esto es indispensable, si no queremos  despreciar uno de los talentos más preciosos que Jesús pone en manos de la Iglesia…»

 “El hábito, un aspecto secundario”

«En el espíritu de una actualización valiente de los aspectos secundarios de la vida religiosa será oportuno también afrontar una revisión del hábito de las religiosas, procurando que sea modesto, pero que desentone menos del vestir común (…)»

 El PL termina este capítulo hablando de las religiosas de clausura, resaltando dos problemas a afrontar con urgencia: el aislamiento de muchos conventos y el de su sustento económico (…)

10.- Los Institutos seculares

Al hablar de “la santidad concreta en el mundo, según el propio carisma”, el PL sugiere al Papa:

 «Este tipo de Instituciones verdaderamente providenciales, nueva perla espléndida de la Iglesia, son una de las fuerzas principales que Jesús quiere usar en la renovación del futuro, para santificar la masa de los fieles».

“Hay que darles un reconocimiento amplio de su diferencia y especificidad, superando toda tentación de asimilación clericalista, de modo que sean puestos en condiciones de llevar la santidad concreta y operativa a toda forma de vida en el mundo, según su propio carisma. Con desenvoltura de laico y con dedicación de religioso, cada miembro, o también cada grupo, ha de ser lanzado a los puestos más necesitados y urgentes… movidos a realizar actos audaces (…)

«La dirección general de este ejército, en gran parte oculto a los ojos del mundo, hecho por tantos cuerpos separados cuantos son los Institutos Seculares, requiere una verdadera y santa estrategia. Así podrían realizar maravillas que dejarían atónitos al mundo (…)»

11.- Las Obras Católicas entre los seglares

“Hay que buscar la unidad”

El PL une la renovación cristiana del mundo sobre todo a este amplio florecer de obras católicas. Denuncia la tendencia disgregadora que entonces se notaba, la dispersión de energías y el escaso interés hacia la formación de un laicado adulto con una identidad propia. La idea central de este capítulo es «unidad en la diversidad», sin concesiones inútiles y monopolizadoras de algún grupo que impida el fermentar de las iniciativas laicales, sino más bien orientándose hacia una especie de Federación de obras diversas, mediante la constitución de «una Consulta Nacional de los laicos”, bajo la dirección de cada Conferencia Episcopal.

Hoy toda la red (de obras católicas) no corresponde a una visión sencilla y unitaria que permita afrontar los mayores problemas con segura esperanza de éxito. Hay muchísimas buenas energías, pero desligadas entre sí. Hay tantos, tantos esfuerzos, pero dispersos… Habrá que encontrar, por tanto, el modo de remediar, simplificando y unificando, organizando y coordinando razonablemente las iniciativas, lo que será de grande ventaja para todos (…)»

12.- Conclusión

«Quiera la Virgen, Nuestra Señora, que se llegue pronto a la actuación de todo lo que se ha escrito en este Proyecto… En los grandes acontecimientos que se están sucediendo y en los más grandes que aún han de venir, la Iglesia aparecería un faro más espléndido, guía del género humano hacia la nueva era de la historia (…)

 “Para esto, habrá que realizar algunas acciones enérgicas, en la misma línea de otras ya realizados, avanzar con intrepidez en la reforma, en primer lugar del vértice con un plan que aparezca desde el principio decidido y completo, sin ninguna incertidumbre o miedo (…)».

Es significativo que el PL dedique sus palabras finales a la reforma de la Curia Romana:

«Un valiente y santo reajuste de los cuadros de la Curia Romana produciría un fermento que ahora no se puede medir: y el fenómeno se alargaría, se alargaría cada vez más, estimulando y recogiendo por espontanea resonancia, todos aquellos -y son tantos- que por todas partes esperan en silencio, en oración y en vigilante acción, un nuevo Pentecostés»

 (Ricardo Lombardi 15.VIII.1948).