Me encuentro en otra sociedad, otra cultura, otras costumbres…, concretamente en el Perú… y tengo los ojos bien abiertos, la mirada siempre atenta a percibir la novedad de todo y en todo, personas, relaciones, lenguaje, gastronomía, realidades sociales, eclesiales…
Me han invitado a una celebración litúrgica y a la posterior fiesta… Estuve atento a todo cuanto sucedía, trataba de que no se me escapase nada, mi ‘visión’ estaba muy activa y receptiva, me sorprendía la participación tan numerosa de sacerdotes, de jóvenes, de laicos y laicas… ¿qué es lo que veo? ¿es posible esto o aquello? ¿por qué aquí sí y allá no?….
A la visión de los hechos, de las acciones, de las relaciones, siguió el diálogo, el encuentro, el compartir con sacerdotes, con seglares… de manera espontánea lo que me llevó a ‘comprender’ mejor lo que estaba viendo…
La ‘simple visión’ de los hechos había despertado en mí sorpresa, al contrastarla con lo que yo estoy viviendo en Europa, con mi propio mundo, con mis propias experiencias… En unas cosas me sentía confirmado, otras quedaba sorprendido, otras me surgía la sospechaba, otras despertaban en mí serios interrogantes… Pero el diálogo e intercambio con personas concretas del lugar me ayudaron a comprender lo que estaba viendo y, a la vez, me ha llevado a consolidar una convicción, fruto también de otras experiencias, y es que para conocer una realidad no es suficiente con ‘verla’ es necesario, además, entre otras cosas, tratar de ‘comprenderla’ en el diálogo y en la escucha con las ‘diversas personas del lugar’, que expresen su propia visión e interpretación… Esta es mi conclusión que pongo a vuestra consideración: “Para conocer algo no basta ver, hay que comprender lo que estamos viendo”…