A lo largo de mis años como animador espiritual en el Servicio por un Mundo Mejor, he descubierto que mi trabajo no se basa solo en las palabras que digo, sino en mi capacidad para escuchar. Para mí, escuchar es un acto profundamente transformador, tanto hacia los demás como hacia mí mismo. He aprendido que «la voluntad de la escucha es proporcional a la capacidad de expresar mi palabra», y este principio ha guiado mi vida y mi servicio.
Con el tiempo, he comprendido que, para acompañar espiritualmente a otras personas, primero tengo que aprender a escucharme a mí mismo. Si no soy capaz de sintonizar con mis propias inquietudes, sentimientos y necesidades, difícilmente podré estar disponible para escuchar a los demás. Esta escucha interna Read More