‘progresistas’ y ‘conservadores’
VS
‘enamorados’ y ‘acostumbrados’
No hace mucho el papa Francisco hacia la propuesta de sustituir las categorías de «progresistas» y «conservadores» por las de «enamorados» y «acostumbrados» que en el contexto de la Iglesia refleja un cambio profundo en la forma de entender y abordar la realidad eclesial y espiritual. Vamos a desglosar esta idea para comprender su singularidad, su razón de ser y su conveniencia.
Singularidad de cada categoría:
El binomio “conservadores y progresistas” representa posturas ideológicas que, en el contexto eclesial, se refieren a la inclinación hacia la adaptación y el cambio (progresistas) o hacia la preservación de la tradición y la doctrina (conservadores). Son categorías políticas importadas al ámbito religioso que tienden a simplificar las posiciones y crear una división que rara vez refleja la complejidad de las vivencias y experiencias personales de fe.
En cambio, la distinción entre «enamorados» y «acostumbrados» tiene una profundidad espiritual más relevante. «Enamorados» hace referencia a aquellos que viven su fe con pasión, alegría, y un constante deseo de profundizar en su relación con Dios. Es un amor dinámico, siempre en búsqueda, que no teme a la novedad porque se funda en una relación viva con el Espíritu Santo. «Acostumbrados», por otro lado, describe a quienes practican su fe de manera rutinaria, sin la frescura del primer amor, y que, en muchos casos, se aferran a la tradición o a la estructura más por comodidad o miedo al cambio que por convicción.
Razones por las que se han dado estas categorías:
La dicotomía, conservadores y progresistas, ha sido adoptada principalmente debido a la influencia de la política secular en la Iglesia, especialmente desde el Concilio Vaticano II, donde surgieron diversas interpretaciones y aplicaciones del Concilio que provocaron alineaciones en torno a estas categorías. La polarización en la sociedad se ha reflejado también en la Iglesia, donde las personas se identifican como progresistas o conservadoras según su visión de cómo debería ser la Iglesia hoy.
En cambio las categorías, “enamorados y acostumbrados”, se originan de una observación más pastoral y espiritual que ideológica. Responden a una preocupación por la autenticidad de la vivencia cristiana, más allá de las etiquetas políticas. El papa Francisco, al enfatizar esta distinción, invita a la Iglesia a centrarse en la calidad de la relación con Dios y con los demás, en lugar de en debates ideológicos que a menudo llevan a la división.
Conveniencia de cambiar este binomio:
Cambiar de «progresistas y conservadores» VS «enamorados y acostumbrados» es crucial para superar la polarización dentro de la Iglesia. Este nuevo enfoque permite ir más allá de las etiquetas y reconocer que la vida de fe no puede ser reducida a categorías políticas. Además, fomenta una mayor comprensión y unidad, ya que invita a todos a examinar la calidad de su propia vida espiritual, sin importar su postura ideológica.
La categoría de «enamorados» está más en sintonía con la llamada a la conversión continua que es central en la vida cristiana. Aquellos que se identifican como enamorados están abiertos a la acción del Espíritu Santo y, por lo tanto, pueden acoger mejor las innovaciones y desafíos que el Espíritu suscita en cada tiempo y lugar.
La distinción también es especialmente útil para comprender a los jóvenes, quienes a menudo rechazan las categorías rígidas y buscan autenticidad en la vivencia de la fe. Al enfocarse en la vivencia personal y relacional de la fe, la Iglesia puede conectar mejor con las aspiraciones de los jóvenes, quienes buscan una espiritualidad vibrante y significativa.
Adoptar el binomio de «enamorados» y «acostumbrados» en lugar de «progresistas» y «conservadores» es un cambio necesario para revitalizar la vida de la Iglesia. Este enfoque no solo supera la polarización ideológica, sino que también centra la atención en lo que realmente importa: la calidad de nuestra relación con Dios y con los demás, lo cual es fundamental para acoger la novedad del Espíritu y conectar con las generaciones jóvenes.
Nacho
Me encanta y estoy de acuerdo en una afirmación «el enamorado» está más en la sintonia con la llamada a la conversión continua y está más abierto a la acción del Espíritu.
Cambiar los esquemas, romper las distancias y diluir las diferencias es la mejor manera de contribuir a reducir la polarización. El empreño de esta tarea no está en las clases dirigentes está en cada uno de nosotros, en la gente sencilla que busca vivir con serenidad y paz, alejando de sus vidas las diferencias, enfrentamientos y conflictos. Es desde ahi desde donde podemos contribuir a rebajar la polarización
Me encanta la idea de que en la iglesia se superen todas las etiquetas, los polos, los juicios, los prejuicios… y, sobre todo, las de «progresistas» y «conservadores».
Por sus obras los conoceréis (Mt 7,15)