Creo que estamos pasando de no querer nombrar la crisis a no querer oír hablar de ella. Por eso, aunque parece que estamos saturados de hablar de crisis por todas partes, quiero compartir un aspecto de lo que está provocando en mí y, que sin duda no es tan urgente como pueda ser la situación de pobreza límite en que se encuentran algunas familias, los jóvenes sin trabajo, los desahuciados, los emigrantes ilegales, o de tantas otras nuevas situaciones con uno se encuentra cada día.
El aspecto de la crisis, a que me refiero que no es tan urgente, pero si importante y necesario tenerlo en cuenta, es el sentido y el significado de la crisis en el momento actual, que estamos viviendo en nuestra sociedad, desde mi propia experiencia.
En mi años de adolescencia, recuerdo que no se oía hablar de crisis, y cuando se nombraba tenía un sentido negativo, como cuando uno decía que estaba en crisis, era sinónimo de que no tenía vocación, que no sabía lo que quería, que estaba al borde de la ruptura de la pareja, de los amigos…
En mi juventud, en la década de los sesenta del siglo pasado, en tiempos conciliares y en el contexto de la sociedad española de aquel entonces, para mí la crisis tenía un significado diferente, era una invitación a ir hacia algo mejor. Decir crisis era equivalente a decir cambio, progreso, desarrollo. Realmente significaba la oportunidad de ser mejor, de vivir mejor, de poder vivir una sociedad más justa y una Iglesia mejor. Siempre en futuro.
En la actualidad, en el momento presente, en el marco de una crisis generalizada y global, decir crisis, para mí, hoy significa ir hacia lo esencial, lo fundamental, la raíz de la persona, grupo, comunidad, institución…; ya no significa ir hacia algo mejor, que está más allá del presente. Por eso la crisis está siendo la oportunidad de reconocer y fundamentar mi vida sobre lo esencial, sobre la raíz en mi manera de ser, de vivir y de relacionarme en la naturaleza, en el mundo y en la Iglesia.
Concretamente, en el momento presente, la crisis está significando una oportunidad de centrar mi vida en el tiempo presente:
- Profundizando en el Misterio de Dios como presencia, que me lleva a tomar como referente el Evangelio y cultivar la interioridad.
- Redescubriendo la sacralidad del otro, que me lleva al cultivo de la fraternidad y la solidaridad.
- Reconociendo la sacralidad de la tierra: lo que me lleva al cultivo de la sobriedad y al respeto de todo lo creado.
Sigo creyendo en un Mundo Mejor, pero no como utopía que hay que conquistar para un mañana mejor, sino como un presente que hay que vivir y construir ya, aquí y ahora, sin huidas ni absolutizaciones, sino con realismo que da cuando uno vive desde dentro.
Nacho
Gracias por este escrito que me ha hecho reflexionar, compartir muchas cosas de las que he leído y trasladarlo a lo que estoy viviendo aquí y ahora.
Me voy a centrar en el cultivo de la interioridad, la crisis como oportunidad y la creencia de que todas las experiencias que vivimos son valiosas.
Después de haber dejado durante algunos años la meditación frecuente y haberla retomado hace unos meses, he descubierto que es algo tan necesario para mi como todo lo referente al cuidado del cuerpo que tanto escuchamos, come sano, haz deporte, organiza tu tiempo libre, descansa, toma el sol con protección, no olvides tu revisiones periódicas al médico………Pues además de todo esto que es necesario y saludable, para mi es algo muy importante, pararme, entrar en mi interior, descubrir donde estoy, vivir el presente, ojear hacia donde va mi vida, revisar como me desenvuelvo en el mundo de las relaciones…,esto me está ayudando a serenarme y tomar fuerzas para seguir caminando
La crisis como la estamos sintiendo ahora, nos cuesta verla como oportunidad ya que son muchas las criaturas que están sufriendo desde distintos ámbitos de sus vidas.Si nos sentimos personas que compartimos este planeta en el año 2013, nada nos es indiferente. Es, en este momento, buscando la oportunidad que hay en la crisis cuando nos sentimos creativos, vivimos la solidaridad, nos abrimos a las personas mas cercanas, compartimos no solo cosas materiales, sino nuestro tiempo, nuestra esperanza profunda que juntos podemos hacer presente una mundo mas humano. Estas y otras mas son respuestas a las demandas de nuestro entorno,
Gastamos mucha energía cuando revisamos nuestras experiencias en juzgarlas, sin son o han sido buenas o malas y a veces nos olvidamos (a mi me pasa) de buscar lo valioso que hay en ellas. Mis experiencias son parte de mi equipaje,soy libre cuando las vivo, cuando no las quiero vivir y son valiosas.
Tanto en la meditación, como en mi actitud ante la situación actual como cuando reflexiono sobre mis experiencias, doy gracias por tener puntos de referencias como la vida de Jesús, El Evangelio y el mundo de las relaciones.
Y como sola ni quiero ni se vivir, para mi es una gozada y agradezco poder caminar compartiendo con otras personas.