A mitad del siglo XX
Estamos en un momento de ruptura, su elemento central es la toma de conciencia del pueblo que puede gobernar su destino.La ruptura produce entusiasmo a unos y temor a otros.
Los pueblos escriben su propia historia sobre la base de la nación y como reacción al orden establecido del régimen divino que había gobernado hasta entonces. Este movimiento se convertirá en algo irresistible en los siglos XIX y XX, por el fervor de la fe romántica y la iluminación racional, el desarrollo de las ciencias y la técnica, la conciencia colectiva se define como autónoma frente a un estado superior que le gobierna y se realiza a sí misma en el desarrollo, abriéndose a horizontes prometedores.
En ese proceso aparecen las primeras democracias frágiles y las ideologías en ese dinamismo hacia adelante queriendo orientar el movimiento hacia el futuro, aprovechan el fenómeno de las masas que aparece como la industrialización de las ciudades y las masas se vuelven más receptivas gracias a la educación. Es como se ve el crecimiento del socialismo en su forma ideológica inspirada en Marx y Engels, y que aparece también en diversas ramificaciones más o menos radicales que se oponen al otro dinamismo liberal y al creyente. Lo que está en juego es el dominio. El horizonte futuro ofrece una meta que debe ser escrita por el pueblo. Es importante destacar que la dimensión política va asumir la dimensión religiosa. El horizonte que se dan los pueblos y las naciones, incluso el estado es el ámbito de comunión del pueblo, que merece el sacrificio de las personas, la patria merece que se de la vida por ella, esto es la dimensión religiosa en versión secular.
En 1914 morir por la patria es un honor. En este marco se destaca la rivalidad entre las naciones europeas. Esta rivalidad ocasiona violencias extremas y se extiende la violencia al mundo entero. Esta revolución nace de la mística del estado de las naciones, la noción del progreso y del poder, las promesas de las ideologías, el desarrollo industrial y técnico, el poder colonialista, muy buscado entonces, hace de todo un fenómeno con una fuerza tremenda que se traduce en diversas formas, esta rivalidad mueve al conjunto de la población de cada nación. Por ejemplo, Los himnos nacionales que parecen cantos religiosos pero que producen violencia y confrontación. Aparece entonces el fenómeno de la opinión pública, el desarrollo de la industria se vuelve significativo, y por tanto la lucha de desarmar de impedir que las naciones diferentes predomine aumentando la presión de un país sobre otro, no son las ideas las que mueven sino las pasiones nacionales y la voluntad de combate y de lucha que llama a la guerra y esto se convertirá en una catástrofe única que afectó al mundo entero. Es preciso tener en cuenta el resentimiento prevalente entre las naciones. La guerra que estaba reducida a los campos de batalla, compromete ahora a toda la población, hasta llegar al genocidio. Hay un periodo de 30 años que pueden llamarse incendiarios, donde los países viven la guerra. Actualmente no terminamos de asumir este periodo de guerra.
En este contexto aparece el P. Lombardi que se siente llamado a tomar la palabra y comenzar una nueva dinámica que afecta esa aceleración de violencia de la historia, se siente llamado a intervenir en un terreno donde el dominio del racismo y la ocupación nazi, amenazado por la presencia dominante del comunismo. El P. Lombardi quiere separarse del totalitarismo dominante y que no puede hacerse más que por la vía de la conciencia de la fraternidad universal, basada en el sentido de la humanidad, y de la relación desde el sentido que le da la figura de Cristo. La fraternidad universal comprendida como una llamada a la conversión personal y de la comunidad frente a la rivalidad existente para comprometerse en la construcción de un mundo mejor que no pacta con el sistema, sino por un movimiento sin fronteras que renueve la conciencia común y logre una reforma global. Basado en ese sentido de lo humano, que se da a través de la figura de Cristo, es tomar el anverso del idealismo reinante que pretende llegar al hombre nuevo a través del totalitarismo.
Este proyecto de fraternidad universal es otra manera de fundar las sociedades que no será a través de la imposición totalitaria. Lombardi viajo por todos los continentes reforzando su toma de conciencia de que esta realidad afecta a todo el mundo, por lo que la exigencia de la fraternidad universal le parece más sugerente. Es preciso destacar que fundar la fraternidad en una base de relaciones es algo que afecta a lo instituido y estructurado, afectando por tanto a los estados que se inician después de la revolución, la organismos internacionales, la función económica intercontinental y en el fondo está antigua institución que es la iglesia católica en la que las relaciones jerárquicas están llamadas también a vivir esas relaciones fraternas y renovarse, contribuyendo a renovar esas relaciones entre las naciones que son de desconfianza y confrontación.
Es en este sentido de renovar estas relaciones que lo lleva a relacionarse especialmente con Pío XII, al que propone la necesidad de crear un grupo donde las relaciones entre las personas dominen sobre las diferencias de las personas que lo integren. En el contexto de su tiempo, esta propuesta se abre como un horizonte de futuro que es a la vez invitación a la acción y capacitación para la renovación y apuesta por la humanidad.
Lombardi será sensible a todo proyecto y dinamismo que contribuya a esta dimensión de fraternidad concreta. Recordemos que la propuesta de Lombardi afecta a las masas y no a las elites. Él quiere influenciar donde se apuesta por los desafíos de la humanidad. Su querer inicial es influir un dinamismo nuevo en las masas, es por eso que es de los primeros en utilizar los medios de comunicación como el micrófono. Su atracción hace que este atentó a los desafíos de la sociedad y remarcar invitar a los seguidores de Cristo a hacer frente a esos desafíos de la humanidad. Invita con perspicacia a definir los signos de los tiempos, no sólo individualmente como lo hizo San Ignacio de Loyola, sino también como ejercicio comunitario con círculos cada vez más amplios. La intuición del P. Lombardi es la de una conversión colectiva y personal por destino humano inspirado en el seguimiento de Cristo, para promover este dinamismo no se conforma sólo con sus intervenciones, sino que va experimentando un instrumento nuevo que tiene a la vez diferentes dimensiones: retiro, ejercitaciones., sesión, que no se reduce a uno, ni siquiera a la suma de ellos, estas son las ejercitaciones por un mundo mejor que son una expresión de los ejercicios de San Ignacio, la clave nueva es la expresión comunitaria ya destacada.
En el cenáculo de 1969 se establecieron los elementos que no pueden faltar en las ejercitaciones, son siete puntos:
1. Una experiencia de Dios hecha en grupo y no sólo individual.
2. En un clima de escucha atenta y en diálogo fraternal sobre la Palabra. Buscar la Palabra no sólo en sus representantes jerárquicos sino también en los acontecimientos de la vida.
3. Cristo en medio de los que se reúnen. El grupo es invitado a un intercambio.
4. Para una conversión personal y comunitaria.
5. Al servicio del bien común.
6. El don total a Cristo en servicio a su iglesia. Para cumplir lo mejor por el Reino
7. La iglesia a su vez es sacramento del Reino.
Se descubre el aspecto místico de San Ignacio y en el transcurso de los años va a profundizar aún más en el Reino de Dios. En la concepción de las ejercitaciones del P. Lombardi y sus colaboradores, la iglesia se entiende como un fermento de renovación para vivir la fraternidad como sociedad. Esto es, una sociedad de comunión más que una sociedad enfrentada. Esto invita a la iglesia a ejercer el diálogo más que la confrontación con el mundo. Lombardi no sólo busco la renovación de la Iglesia, sino del mundo.
Hemos revisado elementos fundamentales de nuestro carisma en el movimiento, el gran desafío actual es darnos cuenta que no estamos en el mismo contexto histórico del P. Lombardi, por eso la gran cuestión es:
¿El carisma que emitió el P. Lombardi es válido hoy?
¿Cómo es válido en un mundo diferente al del P. Lombardi?
Después de esta exposición de Luc, partimos al cementerio del verano a celebrar la Eucaristía en la tumba del P. Lombardi, fue un momento sentido, profundo, experimentamos la comunión y aquellas palabras de Lombardi: «Dios nos ha puesto juntos para un plan muy grande, para que vivamos la comunión cada vez más y mejor. Prontos, dispuestos a ceder, a sobrellevarnos, a comprendernos, a sostenernos».
HOY, MOMENTO DE EXPLOSIÓN
Hace falta una luz hermosa, con coraje, que nos anime y a la vez nos entusiasme con una libertad interior.
Este espacio lo viene trabajando el grupo desde el 2011. Tomamos el momento de explosión hoy. La explosión de la bomba atómica, dos guerras mundiales, guerras y genocidios, crece el desequilibrio y las catástrofes ecológicas, que no crean las condiciones suficientes para comprender el momento presente. Grandes ideologías, grandes religiones han sucumbido o están en crisis hoy y nuestra sociedad esta huérfana de promesas, de ideologías que le abran hacia el futuro, esta orfandad lleva a un individualismo más radical, la violencia se extiende de manera previsible, oculta, alarmada, pero intensa. ¿Qué clase de mundo es este en que vivimos tanta inseguridad y control? Hay miedo y explosiones de violencia que se aparecen por doquier, es una explosión universal, incluso cotidiana, existe en la propia casa. Antes, dar la vida por la patria, por Dios, tenía un sentido sagrado, la violencia hoy, no genera sino violencia. Heráclito: «la guerra es padre de todos»
Avanzamos como un avión sin piloto. Por eso podemos decir que vivimos un tiempo de explosión. En ciertas universidades se ha suprimido el curso de filosofía. La filosofía, las sabidurías antiguas, las religiones multiseculares, han explotado. Todos estos viejos edificios explotan y quedan algunos restos de estas antiguas sabidurías. Esta explosión es producida por dos principios fundamentales: el primero «todo lo que es posible, lo haremos” (tecnológico) segundo: “todo lo que deseamos, lo tendremos” (económico). Estos dos principios se refuerzan uno al otro. En un sentido liberan al ser humano de sus necesidades básicas, sin embargo tienen como valor supremo la economía. Esta primacía de vivir para sí mismo, crea una disfunción, la economía funciona por la economía, se ejerce para sí y eso es unas disfuncionalidad. Esto tiene consecuencias enormes, aparecen comportamientos delirantes, en esta marcha hacia adelante no es sólo el ser humano amenazado, los seres humanos son enviados a la periferia dice el papa, más drásticamente se podría decir que el ser humano es erradicado de la civilización, no cuenta para nada, su dignidad humana no es importante, sólo cuenta ser consumidor, estar «conectado». En ese sentido si hay algo que podemos aportar es ayudar al nacimiento de humanidad. No se trata sólo de suprimir amenazas, sino crear las condiciones de renacer a la condición humana. Es esto un proceso de refundación permanente, de innovación. No se trata de establecer unos valores por los que entregar la vida, esto no sirve para mucho, proponerse metas, grandes metas que no tienen en cuenta al ser humano no sirven para nada, lo mismo los discursos de grandes valores. Hoy, como dice Nietzche, nos encontramos en un punto de interrogación.
El encuentro interreligioso convocado en Asís por Benedicto XVI, Julia Cristeva, afirma, es responsabilidad común combatir la automatización en que se encuentra el ser humano. Es el ejercicio plenificador de la palabra compartida entre nosotros que nos ayudara a ejercitarnos en ese humanismo que nos permite renacer.
Este estilo de la palabra intercambiada es enriquecido en la medida que nos encontramos entre diversas culturas.
Avivar la palabra intercambiada y que nos humaniza es un nuevo desafío. Vivimos una situación paradójica, nuestra sociedad está cada vez más organizada y sofisticada, en una complejidad creciente con una regulación cada vez más cerrada, sin embargo, caminamos al caos. Corremos el peligro de sucumbir como humanidad en esas fuerzas que nos manejan.
Hoy podemos perder la riqueza del propio lenguaje, la invasión mediática, la proliferación de términos técnicos, económicos, científicos, fuera de su propio campo, la abundancia de superlativos reduce el campo de palabras para expresar nuestra condición humana y aspectos fundamentales del ámbito democrático, es una tiranía contable, funcional, de mercadeo. Nos convertimos en cifras contables. Es una forma dulce de barbarie. Es ahí donde se ponen en juego las ejercitaciones: abrirse a la fraternidad universal, pero de manera radical, experimentando lo que realmente nos devuelve la condición humana, animándote mutuamente en la palabra intercambiada. He aquí algunos puntos importantes para vivir estas ejercitaciones: rebelarse a estas condiciones de inhumanidad, las ejercitaciones no son una formación en vistas a un proyecto de pastoral, es algo mas profundo, se refiere a un ámbito de nacimiento, de parto, no acentúan el aspecto del saber y la competencia, no siquiera en el orden de la especialidad religiosa, es un pensar en la acción de manera común que puede inspirar una manera de enfrentar estos desafíos que hemos enumerado. Son una especie de combate frente a los dos principios de la actualidad mencionados, (técnicos y económicos). Por eso es importante retomar hoy las ejercitaciones para expresar hoy el carisma del P. Lombardi.
En este día iniciamos con una reflexión sobre el contexto histórico del P. Lombardi, que nos permitió ahondar en el sentido de su propuesta de buscar una experiencia de Dios no sólo individual sino comunitaria, de escuchar a Dios, no sólo en su Palabra, sino en la vida diaria. Posteriormente acudimos al cementerio de campo verano y celebramos la Eucaristía en la tumba del P. Lombardi. Regresamos a comer y por la tarde reflexionamos en nuestro contexto histórico y la pertinencia o no del carisma del P. Lombardi. Después fuimos a Radio Vaticana a escuchar la proclama por un mundo mejor de Pío XII. Este día nos permitió tocar las raíces de la Obra por un mundo Mejor, comprender su contexto y asumir su pertinencia en el momento histórico que nos ha tocado vivir. Permitimos que las palabras pronunciadas entonces con pasión y profundidad llegarán a nuestros oídos y corazones, a tocar nuestras conciencias y abrirnos a la propuesta de Lombardi, que no es otra que la de Jesús: «estoy convencido que a nosotros nos ha unido el Señor…nos dividían mares, nacionalidades, congregaciones…Dios nos ha puesto juntos para un plan muy grande, para que vivamos la iglesia cada vez más y mejor. Prontos, dispuestos todos a ceder, a sobrellevarnos, a comprendernos, a sostenernos». Nos sometemos, como lo diría Pío XII, «al arduo deber de ser, en cuanto lo permitan nuestras débiles fuerzas, heraldos de un Mundo mejor…», con la conciencia de ser, «un pequeño momento en una historia que continuara sin interrumpirse…hasta llegar al Cristo total».
Experimento con serenidad y entusiasmo, al tiempo que con una gran responsabilidad, que Dios nos ha juntado para hacer algo importante. Cristo al hacerse hombre, nos enseña cómo ser plenamente humanos, humanizando
nuestro entorno inmediato, y abriendo caminos de humanización, solo así, podremos contribuir a conseguir que el Mundo sea cada día un poco mejor. Soy consciente de mis limitaciones y mis pobrezas, pero para Dios no hay límites si nos dejamos hacer. Vivimos en un tiempo, en que los sofisticados medios de comunicación, paradojicamente, muchas veces en lugar de acercarnos nos alejan más unos de otros. Hoy hay mucha soledad, pienso que hemos de volver a la comunicación directa, poder mirarnos a los ojos, y darnos de lo que somos, seres con una gran capacidad para amar, escuchar, y compartir, heredada de nuestro Padre que nos entregó a su Hijo por amor. Siento la esperanza y la seguridad de que el Espíritu de Jesús con su fuerza, nos sigue guiando y animando, hasta que la humanidad llegue a «un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia.» Un abrazo.