Estos días de convivencia con personas de distintas sensibilidades, nacionalidades, lenguas y como no, maneras diferentes de percibir y vivenciar la realidad de nuestro tiempo, han sido muy gratificantes, al tiempo que me han permitido gozar de otra experiencia con el itinerario que venimos trabajando para nuestra espiritualidad, a través de un núcleo diferente: “Testigos del Único. Encontrarse los tres monoteismos”.
Desde que tuve noticia del núcleo sobre el que se iba a desarrollar el Itinerario, pensé que resultaría muy interesante por varias razones: en primer lugar porque para nuestro entorno sociocultural occidental, hoy constituye un desafío importantísimo, la forma en que están viviendo sus creencias algunos grupos de uno de estos monoteísmos (Islam); por otra parte, la ciudad de Toledo, con su riqueza monumental, cultural e histórica, es un marco incomparable para disfrutar y aprender sobre este tema, por último la riqueza de las diferentes perspectivas de los integrantes del encuentro, sería un elemento enriquecedor de nuestra convivencia.
La tarde que llegamos tras el rencuentro con personas muy apreciadas a las que hacía tiempo que no veía, así como el encuentro con otras a las que no conocía, tuve una agradable e ilustradora sorpresa con la presentación introductoria que hizo Luc sobre el origen de estas tres tradiciones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam) arrancando de la familia de Abraham, introducción magníficamente documentada, y apoyada con referencias bíblicas muy explicativas.
Continuando las sustanciosas reflexiones de Luc (apoyadas por las traducciones de Nacho) sobre las tres tradiciones, que además de su origen común, son testigos del “Único”, sin embargo las dos más recientes (Cristianismo e Islam) necesitan de las otras para comprenderse a sí mismas.
El Cristianismo se apoya en el judaísmo y entiende que en ellase da el cumplimiento de la ley y los profetas en Jesús, de ahí que se considere que es un monoteismo metaético.
El Judaísmo no necesita apoyarse en ninguno de los otros dos monoteísmos ya que se justifica a sí misma en la alianza, y se constituye en una ética para un pueblo y una sociedad, se considera pues un monoteísmo ético.
El Islam necesita tanto del Judaísmo, como del Cristianismo, pues se apoya tanto en los patriarcas y los profetas, incluyendo a Jesús. Es un monoteísmo preético, ya que establece las cuestiones formales y el cumplimiento de la antes que la ética .
Las afirmaciones anteriores nos pusieron en situación para irnos trabajando personalmente y luego poner en común en grupo una serie de cuestiones:
- Qué es lo que percibo de todas las informaciones que me han llegado
- Qué es lo que yo vivo y cómo lo vivo con relación a este fenómeno
- Qué reacciones, aspiraciones y temores suscita en mí
- Qué cuestiones, convicciones despiertan en mí
Personalmente, las respuestas a estas cuestiones en principio no me resultaron fáciles, poco a poco fueron abriéndose en mí, respuestas que me ayudaron bastante a situarme ante lo que vivo al respecto. Soy consciente que he recibido y recibo informaciones muy diferentes sobre estas tradiciones, algunas de ellas deformadas (en mi infancia bastante tergiversadas de forma interesada, sobre lo que era el judaísmo y el islam) dichas informaciones, han dado y dan en mí respuestas diversas e incluso contradictorias, que van desde:
- El desafío, ¿cómo situarme ante la necesidad de convivir con otras tradiciones religiosas?, fenómeno muy actual
- El temor ante situaciones de violencia y terrorismo, así como la penetración lenta y continua, sin violencia, pero que va cambiando parte de nuestras costumbres y tradiciones
- La ira con la tentación de responder desde posturas restrictivas; de condenar; e incluso en algunos casos responder con la misma violencia con que nos atacan
- Por otro lado también tratar de comprender y respetar las posturas de las otras tradiciones.
Mis reflexiones anteriores, me han ido llevando a pensar que dichas tres tradiciones predican y buscan el amor, pero por su terquedad, sus propios límites (pecado), han generado y hoy continúan generando importantes dosis de violencia. Son precisamente estas tres tradiciones monoteístas las que han generado mayores dosis de violencia[1] en la historia. Esta situación me ha llevado a compararlas con lo que suele ocurrir con cierta frecuencia en la familia: su mayor valor es el amor y servicio entre sus miembros, sin embargo, también es el ámbito donde muchas veces por intereses, celos, faltas de atención… se generan mayores dosis de violencia.
La visita cultural a Toledo me resultó de gran provecho espiritual, al tiempo que enriquecedora y divertida, además nos permitió convivir y compartir en un ambiente relajado. El comienzo de la mañana con la eucaristía en rito mozárabe, supuso un acercamiento a otras formas de celebrar el misterio. La visita a la catedral y a los otros monumentos de Toledo con las explicaciones del magnífico guía que nos acompañó (sacerdote toledano, enamorado y profundo conocedor de la historia y los monumentos de su ciudad), me hicieron disfrutar como nunca había disfrutado y aprendido en mis diferentes visitas por esta ciudad. Sus explicaciones y recorrer los barrios toledanos, (judería, barrios cristianos, restos mozárabes y mudéjares) en los que están marcadas las tres diferentes tradiciones, me ayudaron a reflexionar sobre la convivencia de estas culturas y tradiciones, llevándome a lo que ya había leído en algún momento y que nuestro guía manifestó también: las tres culturas, se fueron sucediendo y pelearon para imponerse en cada momento, sobre todo el islam o el cristianismo, con la presencia siempre del judaísmo.
A las tres no les quedó más remedio que coexistir, no podríamos decir que convivieron. Lo que ocurrió es que cada una permaneció en sus barrios bien delimitados, de forma que sus fieles aunque vivían en la misma ciudad, mantenían su ámbito y sus costumbres. En ningún momento llegaron a mezclarse, sin embargo sí contribuyeron la una con la otra, comercialmente y compartiendo sus oficios y capacidades artesanales, así vimos como una sinagoga está construida por musulmanes y en ella se puede ver el estilo arquitectónico (mudéjar) de quien la construye aunque sea para otra creencia, esta mezcla la encontramos con frecuencia en los monumentos de Toledo.
La puesta en común de lo trabajado en los distintos grupos, formados por los asistentes de cada país, fue para mí un momento clarificador de la realidad que se vive en cada uno de esos grupos, de cómo entienden su proceso de búsqueda espiritual y de acercamiento a esta nueva forma de vivir las “ejercitaciones”, y sobre todo las principales cuestiones que se plantean los diversos grupos nacionales presentes en el encuentro. Me llamó mucho la atención la manifestación bastante contundente sobre la preocupación de algunas naciones europeas por el gran número de personas de confesión islámica, que hoy viven en sus países y que les está produciendo un profundo sentimiento de temor, no sólo por la posibilidad de un atentado, sino también porque perciben que se van diluyendo sus propias tradiciones, e incluso sus propias instituciones están siendo penetradas por estas otras ideas.
Todo ello me lleva a descubrir un anhelo de búsqueda de lo que nos une, que es el origen, “El ÚNICO”. Ello me hizo pensar en la metáfora de “los pozos”, cada uno diferente, pero bebiendo todos de un manantial único que mana en su profundidad. Para esta búsqueda cabe situarnos en una postura que nos permita aprender algo de los otros. En Jesús (que fue viviendo un proceso de descubrimiento de su misión a través de la relación y con las personas y en la confianza en su Padre) resalta su capacidad de aprender de los otros, su apertura para sintonizar con el otro con sus sentimientos y necesidades, es aquí por lo que su figura, su estilo de vida, sus gestos… me llevan al convencimiento de que su persona constituye un camino a seguir para nosotros. Y en este punto de seguimiento de las actitudes de Jesús, actitudes que también están presentes en las otras dos tradiciones, pero que cada una de ellas se fija más en lo que les es particular y en sus propios dogmas, reglas morales y rituales, ello es precisamente lo que lleva a la violencia y el enfrentamiento. Se me hace necesario aprender de las otras tradiciones y de las otras personas con quienes convivo, para ir viviendo mi propio proceso
En la dimensión profética que cada tradición posee, es donde se da el lugar de encuentro entre ellas. Personalmente considero que es desde la experiencia de relación con el Único en la búsqueda de esa dimensión profética, donde puedo encontrarme con el resto de los hermanos de otras tradiciones. Es precisamente en la calidad de las relaciones con otras personas tanto de mi entorno, como de otras comunidades (Corintios 5,48) donde se juega la santidad.
Cristóbal Pino
La experiencia de relación con el Único (con Dios, con Jesucristo), nos lleva a encontramos siempre con el hombre.- Todo gira, o debe centrarse, en la unión de intimidad con Dios Padre; de otro modo el monoteismo seguirá estancado, los perjuicios y diferencias entre Judaísmo, Cristianismo e Islam seguirán patentes intentando rivalizar entre sí, sin resultados positivos.- El punto de vista de la reflexión anterior es esclarecedor, dejando descubiertas las faltas de acuerdo en lo esencial, las interpretaciones de distinto signo, por parte de unos y de otros, nos separan, y seguimos estancados sin dar cumplimiento al deseo de Jesús, «Que todos sean uno como Tú y yo, Padre».-
Cristobal, muy esclarecedora tu reflexión, deberiamos tener en cuenta más las cosas que nos unen …. pero a veces necesitamos de una buena dosis de humildad… cuando lo importante es la persona, cambia totalmente la percepción del otro…. gracias por comportir tu refexión, un abrazo y nos vemos pronto..
Amparo
Cristobal saludos… me ha encantado leerte!!