El dinamismo del Espíritu

Justo hoy hace dos semanas, salíamos del monasterio de La Estrella (en La Rioja) de regreso hacia nuestras casas, tras haber vivido una semana intensa de escucha de la realidad, de compartir experiencias, de oración, de discernimiento, de encuentro en definitiva con uno mismo, con los demás y con Dios.

Nos llevábamos la mochila repleta de emociones, de ideas a seguir madurando, de herramientas a poner en práctica… pero, sobre todo en mi caso, con la sensación de un profundo agradecimiento, lo cual intenté transmitir en una corta narración que puse por escrito de mi experiencia.

Hoy me reafirmo en la frase con que concluía ese breve escrito: “esto no va a quedarse sólo aquí…”. Y no lo va a hacer, porque no se puede detener el Espíritu, y éste ya ha puesto en marcha un dinamismo que si he de ser sincero, hace ya demasiado tiempo que no percibía y que ahora, lo empiezo de nuevo a sentir con fuerza.

Gumer (uno de los asistentes al pasado encuentro) hacía referencia en su escrito, a la importancia de asistir un grupo de la parroquia a vivir esta experiencia y, ciertamente, pienso también que ha sido fundamental, pues sin pretenderlo se está consolidando un grupo que desde su diversidad y riqueza de matices, ya está empezando a ser instrumento de algo nuevo.

De hecho, la semana pasada ya nos reunimos para compartir y evaluar nuestras conclusiones de la experiencia vivida y, por otra parte, empezar a discernir posibles pasos en un futuro próximo, de modo que aquello de valioso que hemos experimentado, podamos ser capaces de transmitirlo de la mejor manera, a tantas personas que siguen a la espera de que alguien llame a su puerta y les dé simplemente un motivo para ilusionarse.

Y desde esa inquietud compartida hoy nos hemos reunido con Nacho y los otros amigos valencianos que asistieron al encuentro en La Rioja, para compartir nuestra experiencia común y discernir entre todos sobre la base de un borrador-propuesta, elaborado por Bernat (otro de los componentes del grupo) para un encuentro de un día, en el que empezar a caminar desde el prestarle atención a lo cotidiano de nuestra vida.

Quedan flecos por pulir pero, ya nos hemos puesto en marcha. Se respira ilusión, alegría, empatía, buen rollo.

En fin, hemos pasado un buen día en el que hemos compartido la mesa (por cierto, estaban buenísimas las “cocas” elaboradas por Pepita de Pedreguer; el “herbero” que trajo Mª Dolores de Bocairent; el “tiramisú” y la “coca pobre” que hicieron Mª José e Isabel de Alzira, el “cava” que trajo Rosa Mª de Alberic con el que brindamos…), la reflexión, el discernimiento y, sobre todo, un montón de ilusión que abre una apasionante ventana a la esperanza.

Que el Espíritu lleve a buen término lo que con buen corazón está naciendo; ese es mi deseo y también mi compromiso.

Edu