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1º Reconocer y acoger la presencia del Espíritu…

By 20/02/2021Sin categoría

Introducción (pincha para leer)

Lucas 12 (pincha para leer)

Hago mi relato y comparto…

  • ¿Qué hechos, situaciones, relaciones… he descubierto que son signos de la presencia del Espíritu de Jesús en este momento de la pandemia en la sociedad, en mi entorno…?
  • En mi vida cotidiana durante la pandemia ¿en qué he sido manifestación del Espíritu de Jesús?
Plegaria: Un signo(pincha para leer)

9 Comments

  • Rosa María dice:

    Agradecer el don de la vida y sus manifestaciones.
    Con humildad, reconozco que se me concedió el don de la gratitud.
    Siempre digo, que despierta antes mi cerebro que mis ojos, imagino que nos pasa a todos, y de inmediato digo, gracias Señor por éste nuevo día que me regalas, y espero hacer de él, aquello que Tú esperas de mí.
    Agradezco la cama confortable que me ha permitido descansar bien.
    Agradezco el agua y el jabón que limpian y me refrescan en la ducha, así como la posibilidad de poder hacerlo con plena autonomía.
    Doy gracias por poder tener a Lady, quien todas las mañanas viene, me ayuda en la casa, la compra, etc.
    Poder ir al médico, o la cita se resuelve por teléfono, cuando necesité ir a urgencias al hospital, lo pude hacer.
    La lista seria interminable, pues tengo todas las necesidades básicas cubiertas, doy gracias y le digo al Señor: deseo y espero que un día, todos los seres humanos tengan lo suficiente para vivir con dignidad como yo.
    No todo son rosas, pues todo rosal tiene sus espinas. Si, la soledad ocupa demasiado espacio en el tiempo de mi vida, en éste año de pandemia se ha agudizado, aún llevándola mejor de lo que se pueda suponer, está ahí. Pero consciente, de que el Señor no me deja nunca y me cuida, la he llevado mejor de lo que pensaba. aunque echaba de menos que mis hermanos me visitaran un poco más de lo habitual, poder abrazarlos, hablar, esto no ha cambiado mucho, aunque más cerca no podemos vivir, saben que estoy bien y se relajan. no les reprocho, cada cual tiene su familia y sus obligaciones, cuando vienen se me alegra hasta el alma. Ahora ya nos podemos ver más.
    El teléfono, y los whatssap han llenado muchas de mis horas, tanto, que creo quedé algo o bastante enganchada, leo, veo conferencias, etc, pues no soy muy amante de la tv.
    Hasta aquí, algunos de mis agradecimientos personales, pues son mucho más, digo gracias, mil gracias Dios mío por tanto y por todo.

    Porque… hay mucho más que agradecer.

    No puedo olvidar sentir una inmensa gratitud, hacia todo el personal sanitario, que en primera linea, han puesto dodos sus conocimientos para salvar vidas, exponiendo las suyas y de sus familias. Al tiempo que sufrían por el desconocimiento de este nuevo Coronavirus que a cada momento, les sorprendía con nuevos interrogantes, poniéndoles a prueba.
    La salida a las ventanas y balcones para aplaudir, nos ayudaba al mismo tiempo a saludarnos entre vecinos de la finca y la misma calle, era muy emotivo, escuchar como se unían aplausos de calles adyacentes, y levantando la mirada al cielo, elevaba una oración.
    Los agricultores del pueblo, pidieron permiso al alcalde, para salir con sus tanques de pulverizar los naranjos, para, hacerlo por todas las calles del pueblo, rociándolas con agua y lejía sin dejar una sola, inclusive las tres urbanizaciones pertenecientes al termino de Alberic. Y así cada noche, hasta casi el amanecer.
    Las tiendas de lo esencial, farmacias, ahí día tras día sin queja ni muestra de cansancio, sirviendo siempre. Tengo mucho que agradecer, todos tenemos ese sentimiento que se convierte en amor recíproco al prójimo, creo no hemos dado mayor muestra de gratitud y cariño a todos y por todo como a lo largo de éste año, convertido en una gran prueba para todos los pueblos de la Tierra.

    Quien ha salido beneficiada en el confinamiento como nadie, ha sido nuestra Casa Común , la naturaleza ha respirado, su recuperación fué tan sorprendente que todos nos alegramos. pero los seres humanos olvidamos pronto, deseo de corazón que no volvamos a las andadas, porque sino, no terminaremos de recuperarnos.

    No pierdo la esperanza, de que esta durísima experiencia, nos haga ser mejores personas, preocupándonos y ocupándonos de los más vulnerables, empobrecidos, parados, migrantes, enfermos, solos, mayores, etc. si ya lo hacíamos, que nuestro propósito sea hacerlo mejor.

    Se que me he dejado mucho por nombrar, pero nuestro Padre Dios, que me conoce mejor que yo misma, sabe de mi gratitud, pues valoro mucho más de lo que digo y desde mi realidad hago cuanto puedo, porque no me cuesta estar siempre disponible para los demás cuando se me requiere, con todas mis luces y mis sombras, mis debilidades y fortalezas. Con la firme voluntad de servir a mis hermanos con amor.
    Porque Jesús es mi fuerza.

    La Comunidad Valenciana, creo es si no la más, una de las más festeras de todo el país, y la gente tiene muchas ganas de poder salir libremente, espero nos contengamos, y evitemos otra nueva ola, que solo aparezcan las olas del Mediterráneo, no más.
    Y qué decir de los virólogos he investigadores de todo el mundo, nunca trabajaron tantos y todos a una, compartiendo los nuevos hallazgos.

  • Rosa María dice:

    En éste tiempo de pandemia, he percibido una mayor generosidad, traducida en solidaridad, y espíritu de una mayor preocupación de unos por otros, que hacía nos ofreciéramos a la ayuda desinteresada hacia el vecino, el amigo, por supuesto la familia etc. que al no poder salir de casa, nos comunicábamos a través del Whatsapp, o llamada telefónica, por saber si se podía prestar ayuda en cualquier necesidad. El amor y la preocupación se respiraba en el aire, y en todo ello, pienso estaba el Espíritu de Jesús sosteniéndonos.
    Acostumbrada a salir poco de casa, aunque preocupada, estaba serena y con paz, (alguien me dijo con cariño, claro tu ya estás entrenada, refiriéndose al tiempo de confinamiento). Pero para situaciones de tal gravedad, que pareciera estamos en guerra contra un terrible enemigo invisible, una no está nunca entrenada.
    He dicho que me sentía serena y con paz, algo que transmitía con cierta naturalidad con quienes se ponían en contacto conmigo, seguramente el Espíritu de Jesús se manifestaba así a través de mi.

    pienso era consecuencia de estar confiada en Dios que soy consciente me cuida siempre, nos cuida a pesar de que muchos no son conscientes, como me dijo alguien con cariño

  • Bernat dice:

    En este año que llevamos conviviendo con la pandemia, hemos ido viviendo un sinfín de situaciones que nunca hubiéramos imaginado. Empezamos atemorizados por que desconocíamos aquello que nos acechaba. Era algo que no sabíamos cómo, pero podía atacarnos, podía contagiarnos y podíamos de forma involuntaria contagiar a los demás, y especialmente a los que más queremos. Una enfermedad que puede llevar a la muerte. La mejor manera de hacerle frente era encerrarnos en nuestras casas, evitar los contactos, incluso con los más queridos. La movilidad restringida, un derecho vulnerado y una situación impensable que trastocaba nuestro modo de vida cotidiano.

    El primer sentimiento fue el de sentirnos vulnerables. Como era posible que esto pudiera ocurrir en pleno S.XXI, con todos los avances científicos de los que gozamos y hay algo que se nos escapa y nos afecta a toda la humanidad. La primera pregunta que me vino a la mente fue ¿Por qué en este momento? ¿Y a toda la humanidad?. Desde la fe podía preguntar a Dios ¿por que? Pero me quedaba en el silencio del misterio que no me podía responder. Tenía que cambiar la pregunta, como bien me recordaba días atrás una amiga, Dios: ¿Esto para qué?. En la pregunta empecé a encontrar la respuesta.

    Dios no se ha ido, el Espíritu de Jesús permanece a pesar del covid, de la pandemia, de las restricciones, de los confinamientos, de las angustias, de los dolores, de los sufrimientos…e incluso de las muertes. En un primer momento el miedo cegó, pero la esperanza me hizo abrir los ojos y, como muchos otros, empecé a reconocer la fuerza del Espíritu en todas las personas que pusieron, y continúan poniendo, su vida en peligro de forma generosa para luchar por la salud de las personas, de todas, sin distinciones. Y en todos los trabajadores que continuaron sus trabajos, asumiendo grandes riesgos y viviendo situaciones casi inhumanas para que la vida de la gran mayoría continuara dentro de los cauces necesarios. Y la sociedad, o mejor la gran mayoría de las personas, puso en valor y reconocimiento ese espíritu de entrega y sacrificio que los humanos tenemos y que se hace más visible en los momentos más difíciles. Todo aquello me hizo afirmar que en el fondo de nuestros corazones no nos sentimos extraños de los desconocidos, continua viva la llama de la fraternidad humana.

    La covid nos ha hecho más iguales ante la vulnerabilidad y la muerte nos hace completamente iguales. Hemos tocado en nuestras manos, y nos hemos hecho conscientes del tiempo presente y del valor de la vida, que son esas cosas cotidianas que nos pasan, mientras nuestra cabeza anda pensando en las inalcanzables, y cuando estas pequeñas nos desaparecen descubrimos el gran valor que tienen. Esta soledad impuesta y este silencio asumido han permitido despertarnos para reconocer la fuerza que tienen en nuestra vida las pequeñas cosas como los abrazos, los besos, las miradas, las palabras, los amigos…,¿ y es que acaso en todas ellas no está el Espíritu que nos impulsa y nos anima a vivir?.

    Descubrimos que parar el ritmo frenético de vida que llevamos ha supuesto la mejora de muchos ratios utilizados para controlar el estado del medio ambiente, al tiempo que se ralentizan los efectos negativos que ocasiona la humanidad en la casa común en la que vivimos. ¿Esto no es un signo que nos interpela a la humanidad entera?

    Se ha hecho patente que hay otras formas de comunicarse distintas a las físicas y presenciales. Hay una ventana abierta que la tecnología y las redes sociales ponen al servicio de los hombres y mujeres para continuar manteniendo viva la necesaria interrelación humana que da sentido a nuestra existencia. Para quienes nos costaba e incluso éramos reacios a su utilización, tenemos que reconocer que ha sido el instrumento que nos ha conectado y nos ha permitido sentirnos unidos a familiares y amigos e incluso nos ha permitido compartir la fe con personas a quienes no conocíamos. ¿Será el Espíritu que nos muestra algo nuevo?

    Y a nivel personal he aprendido a vivir la intensidad de las relaciones familiares, con los hijos que han compartido techo con mi esposa y conmigo. He aprendido a ser más paciente, a descubrir sus detalles, a vivir en una serenidad impensable. Este tiempo me dio oportunidad para vivir el silencio, aprovechar momentos de soledad, escucharme desde dentro y abrirme al Espíritu de Jesús.

    Fue una gozada descubrir a los vecinos de mi calle, personas que me eran totalmente desconocidas, hablar con ellos a través de las ventanas y los balcones y sentirnos unidos todas las tardes, cuando a las 8 salíamos a aplaudir y animar a los sanitarios, y nos animábamos unos a otros, cantábamos y nos felicitamos, por las onomásticas, los cumpleaños, las bodas de oro… Desde entonces, quienes habían sido unos completos desconocidos, son personas a las que me siento unido. ¿Será la fuerza del Espíritu la que me ha transformado, me ha hecho cambiar la mirada y contribuir a que otros se sintieran respetados, importantes y queridos?.

  • Ana dice:

    ¿Qué hechos, situaciones, relaciones… he descubierto que son signos de la presencia del Espíritu de Jesús en este momento de la pandemia en la sociedad, en mi entorno…?

    El Espíritu de Jesús lo he sentido durante esta pandemia con más intensidad que en otros momentos de mi vida.
    Las personas que nos rodean han manifestado la necesidad de trabajar en equipo, compartiendo estas situaciones inesperadas que estamos viviendo. Las necesidades personales son muy variadas y con frecuencia piden ayuda.
    Actuar con sencillez, cercanía y con una escucha activa, es algo que puede ser una respuesta a esas manifestaciones que nos está presentando el Espíritu.
    Compartir la importancia de crear espacios de esperanza y deseos de escucha del Espíritu de Jesús, puede ser una labor importante en este proceso.

    En mi vida cotidiana durante la pandemia ¿en qué he sido manifestación del Espíritu de Jesús?

    Doy gracias a Jesús que no se cansa de ayudarme y estar conmigo.
    Me acerco con frecuencia a las personas que están tristes, llenas de miedo y solas. Con sencillez, cariño, cercanía y si procede alguna caricia.
    Esta actitud es algo que no me resulta dificultosa, me acerco a las personas, nos sentimos mejor, y quedamos abiertos a seguir relacionándonos.

  • Jose Miguel dice:

    ¿Qué hechos, situaciones, relaciones… he descubierto que son signos de la presencia del Espíritu de Jesús en este momento de la pandemia en la sociedad, en mi entorno…?
    En este período de pandemia, donde en algunas casas en primer lugar lo que ocupó el tiempo, fue el silencio y la esperanza, en mi caso en concreto, noté que en ese silencio había mucho ruido, demasiado ruido, y parte de mi tiempo lo dediqué a poner en orden algo que nunca había intentado “el ruido”. Detrás de él encontré a un Jesús, más humano, más cercano, y que emitía unas hondas que me eran visibles, que me eran entendibles, y lo vi convertido en un joven llevando comida a los mayores solos en sus casas, se convirtió en camionero, en cajera del supermercado, en profesional de la medicina, y un largo etc., y me gusto su actitud.
    En mi vida cotidiana durante la pandemia ¿en que he sido manifestación del Espíritu de Jesús?
    No he sido ninguno de los que citaba anteriormente, pero no le ha faltado mi apoyo a los más cercanos, nuestro contacto ha sido continuo, si bien en muchos casos con los medios que la moderna tecnología nos permite.

  • Cristóbal dice:

    Este recorrido hacia la Pascua en este año tan especial, me está haciendo reflexionar, meditar y plantearme alternativas a lo que en años anteriores vivía de manera presencial con otras personas (Ejercicios Espirituales).
    En la sociedad y en mi entorno, veo signos ambivalentes, por una parte miedo, por otra parte inseguridad, y también no saber exactamente qué hacer. Creo que esto es un signo de nuestro tiempo. Quizás debemos ponernos a la escucha de lo que nos dice el Espíritu, ser más sencillos y dejarnos influir por su sugerencia. Quizás nos convenga reflexionar sobre lo que hicieron los personajes importantes de la época de Jesús, que no aceptaron lo sencillo que Él planteaba.
    Ponerme a la escucha, en estos tiempos, me está empujando a ver manifestaciones del Espíritu que en otras circunstancias me pasaban desapercibidas.
    En esta primera semana hacia la Pascua, me está siendo beneficioso tratar de mirar y percibir lo que el Espíritu está intentando poner de manifiesto. Reconocerlo, acogerlo, agradecerlo y tratar de que influya en mi vida, es el reto que me estoy planteando.
    Todo este tiempo de disminución de los contactos, mayor aislamiento, cercanía y dedicación a mi esposa, está constituyendo un ejercicio de trabajo personal para la reflexión, la lectura, y sobre todo el servicio a las personas de mi entorno cercano. También el aumento de cercanía, comunicación, etc., por medios telemáticos, cosa que en otros períodos era más escaso. Creo que son signos del Espíritu que están poniéndose ante nosotros. Como a Jacob, probablemente en mis batallas, dificultades, estaba Dios, pero en la vorágine de mi vida, no me daba cuenta. Este tiempo de pandemia, al frenar mi actividad, ha permitido sensibilizarme a ello.
    Comparto con Nacho, la mayor parte de los signos que él relata, y que no voy a repetir. Sí en cambio, decir que la lectura de su comentario me ha ayudado mucho a hacer un examen pormenorizado de lo que quiere manifestar ese Espíritu. Esto, está siendo un trabajo importante para mí y para mi vida de relación. Ello no significa ningún espacio de interiorismo ni exceso de personalismo, sino más bien de búsqueda de espacios espirituales de desarrollo y de crecimiento personal.
    Durante todo este tiempo de dificultades sociosanitarias (tiempo de pandemia), pienso que hemos podido aprender, en primer lugar, que somos vulnerables como sociedad y como civilización, que necesitamos del calor de las relaciones, y también de lo trascendente, por todo ello, humildemente siento, que debemos acogernos al amor de ese dios “Amor”, ponernos en sus brazos y aplicarnos a vivir la vida, nuestra vida, la única que tenemos en nuestras manos, y ofrecerla a los cercanos como servicio. En segundo lugar, el sencillo trabajo de reconocer las limitaciones, las dificultades, y situarnos en la disposición de abrirnos al servicio de otros. En esto creo que está nuestro camino hacia la Pascua

  • Maite dice:

    Un aspecto destacable en esta situación es que nos ha cambiado el ritmo de la vida. Han quedado unos espacios vacíos y ha aparecido otros nuevos. Me creía con mucha capacidad de adaptación a los cambios y tengo que reconocer que no me ha sido fácil. Me está afectando ahora, creo porque se está alargando más de lo esperado en un principio. Mis expectativas eran otras. Tomar conciencia de cómo lo estoy viviendo me ayuda a reconocerme, aceptar mis limitaciones pero también mis posibilidades de afrontarlo. Los tiempos de silencio y soledad me han ayudado. Momentos de escucha y compañía del Espíritu de Jesús.
    Pronto hará tres años que en el barrio se puso en marcha un proyecto: ”Pacto por la Persona Mayor” Unas treinta entidades que desarrollan sus actividades en el barrio, se comprometieron a colaborar, creando una red de atención a las personas mayores. El barrio tiene un porcentaje muy alto de mayores de 70 años y muchos de ellos viviendo solos.
    No voy a enumerar todas las entidades pero por ejemplo: Comerciantes, Farmacias, Centro de Salud, Servicios Sociales, Centros deportivos, Policía Municipal, Psicólogos, Asociación de vecinos, Bibliotecas, Cáritas parroquial, Ayuntamiento, etc…
    En esta situación de pandemia se ha desarrollado una creatividad extraordinaria. Yo, como coordinadora del grupo de voluntariado, me ha dado la oportunidad de vivir con una dedicación especial.
    El Espíritu del Señor está con todos nosotros.
    He echado mucho de menos el contacto con mis hijos. Mucho. Las videoconferencias y el teléfono han sido el gran recurso para mantener las relaciones en general. Con amigas en residencias… Y es que se vive de forma mucho más profunda el interés de saber cómo estamos.
    La atención de acogida a personas con necesidades básicas, como alimentos, medicinas, escucha, trabajo, desde Cáritas parroquial, es otra oportunidad para sentirnos unidos a toda la humanidad. Y con la fuerza y esperanza de pensar que estamos animados por el Espíritu que el mismo Jesús vivió.
    Repito: El Espíritu de Jesús está con todos nosotros. Aun sin ser conscientes, a veces, de ello.

  • Nacho dice:

    Partiendo del Dios que ha venido a nosotros en Jesús, que comparte su Espíritu para acompañarnos, como persona adulta que soy y sintiéndome parte de la humanidad he afrontado este largo periodo de pandemia como una oportunidad y una llamada que el Espíritu de Jesús nos convoca a responder y he constatado algunos hechos y manifestaciones de actuar en sintonía con el Espíritu de Jesús.

    Oportunidades y llamadas hechas por el Espíritu:
    – Dedicar tiempo de calidad en la familia, valorando la estancia en casa…
    – Agradecer los esfuerzos de los grupos sociales que trabajan por mantener la salud, la distribución o la seguridad…
    – Destinar tiempo al silencio, a la reflexión profunda, a la investigación, a la comunicación sincera, a la meditación…
    – El apoyo mutuo entre vecinos y una relación más estrecha…
    – Descenso de la contaminación, haciendo de las ciudades lugares más sanos y habitables…
    – Reencuentro con viejas amistades por medio de las redes sociales…
    – Ponernos en la piel de todas aquellas personas que sufren ya sean enfermos, personas sin hogar, con movilidad reducida o privados de libertad, ancianos que viven en soledad…
    – Rebelarse interiormente ante las víctimas del coronavirus y el duelo de las familias, pues ellos no son solo cifras de una triste estadística, son hombres y mujeres llamados a una vida nueva en Cristo…
    – Tener presentes a los enfermos que sufren otras patologías y que ven que se retrasan tratamientos, intervenciones…
    – Concienciarnos de que todos somos uno y que formamos parte de la Casa Común, de la Humanidad…

    Algunos hechos y manifestaciones de actuar en sintonía con el Espíritu:
    – Grupos de apoyo locales creados para afrontar las consecuencias del coronavirus, llevar comida, medicamentos, compras…
    – Dos personas que convocaron a 1.300 voluntarios en 72 horas para entregar alimentos y medicamentos a personas mayores y vulnerables de la ciudad…
    – Muchas personas dieron dinero, compartieron recetas; enviaron mensajes… alentadores a personas solas…
    – Muestras de cercanía y apoyo de los sanitarios, fuerzas de seguridad, distribuidores…
    – Un profesor de gimnasia dirigió clases en el centro de un complejo de apartamentos a las que se sumaron los residentes aislados…
    – Médicos jubilados y estudiantes de medicina se ofrecieron para ayudar a los profesionales de la salud…
    – Diferentes profesionales que ofrecieron desinteresadamente sus servicios…
    – Bibliotecas que ofrecen un club de lectura virtual…
    – Grupos que por vía digital comparten la reflexión y el diálogo sobre el momento que se está viviendo…
    – Grupos que por video conferencia celebran y comparten la fe…
    – Profesionales de la música que ofrecen canciones, conciertos… para aliviar el aislamiento y la soledad…
    – …
    En mi vida:
    Puedo compartir que este año de aislamiento ha sido para mí un gran retiro de introspección solidaria. Ha sido un proceso vivido con intensidad, con sus momentos significativos, sus rutinas, sus días como noches y noches como días…
    Estas son las constantes de mi retiro. Comienzo cada día con el ejercicio de sintonizar con el Espíritu de Jesús, después el contacto con la naturaleza con el paso matutino (paseo dentro de casa en los noventa días de claustro), seguido de la práctica de jardinería, que concluía con el desayuno y diálogo con mi hermana. Después sesión de lectura, reflexión y elaboración, que culminaba con la preparación y comida. Después ver noticias, la siesta y un tiempo para diversos arreglos de casa. Luego sigue la lectura, reflexión y elaboración y oración de la tarde… La eucaristía reservada al domingo…
    El ejercicio de solidaridad comenzó por recibir y agradecer la ayuda de los sobrinos que estaban atentos a nuestras necesidades, pues mi hermana y yo somos personas de riesgo. Para mí ha sido un reto a asumir y aceptar no solo por el aspecto limitante, sino también porque ante lo que estaba ocurriendo me sentía como algo impuesto, no querido y que me sentía, en ciertos momentos, un inútil. He procurado expresar mi solidaridad, sentida más que nunca en mi vida, con ayudas a distancia, bien sea colaborando económicamente con personas y grupos y también potenciando la oportunidad que ofrecen la vía digital, proponiendo encuentros y diálogos sobre los que estamos viviendo. Las redes sociales han sido el medio para conectar, escuchar, orar, confortar, sentir la cercanía y el calor de las personas, estar vivo y activo ante lo increíble que estaba ocurriendo.
    En este momento me siento esperanzado y con ganas de poder acercarme, abrazar, escuchar, compartir, intercambiar, celebrar, solidarizarme y unirme a personas y grupos para seguir respondiendo a las nuevas llamadas del Espíritu de Jesús.

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