Como ya viene siendo habitual, cada año un grupo de personas nos reunimos en el Monasterio de la Estrella, para compartir durante una semana una experiencia espiritual que según manifestaron la mayoría de los participantes les ha resultado, profunda y enriquecedora.
El lema seguido este año fue “SIGUIENDO A JESÚS.- Cuando nuestro camino y el suyo se cruzan”. Este Itinerario, nos permitió recorrer: Las opciones que nos definen y las opciones de Jesús; cómo asumimos nuestra vida cotidiana; la forma en que enfrentamos a los conflictos y las crisis; la manera en que centramos nuestra vida buscando otra felicidad; el enfrentamiento a la injusticia radical; apertura a una Vida Plena; miremos con esperanza a nuestra hermana muerte; nos unirnos al Espíritu de Jesús por el que otro Mundo es posible.
Las jornadas de trabajo fueron acompañadas y dinamizadas, como novedad este año, por distintas parejas de laicos pertenecientes al Grupo Español del MMM, y también por el sacerdote D. Ignacio González, con una metodología basada en la sensibilización mediante imágenes audiovisuales, para luego trabajar en un tiempo personal de reflexión , que posteriormente era voluntariamente compartida en distintas modalidades de grupos. Queremos resaltar que hubo una gran participación de la mayoría de los asistentes, con comentarios y reflexiones vitales y profundas.
Cerramos la tarde del último día con una eucaristía, recogiendo lo vivido y compartido.
P.D. Agradeceríamos vuestro comentario sobre la experiencia de estos días
CÓMO HE VIVIDO EL ENCUENTRO EN LA ESTRELLA.- Agosto 2019.-
En este encuentro, al estar más compartidas las tareas de acompañamiento y dinamización (Nacho y cuatro parejas que fuimos turnándonos), he podido disfrutar con más tranquilidad de cada uno de los pasos, tener tiempo para el trabajo personal de forma más relajada, escribir mis respuestas sosegadamente, en resumen, han sido unos días de trabajo intenso pero más relajados y fructíferos. Por otra parte, el trabajo en pequeños grupos, permitió compartir con intensidad, al tiempo que con cercanía, las muchas y profundas cuestiones que se nos fueron planteando. También he de poner de manifiesto, el respeto en la escucha de lo que previamente habíamos reflexionado y puesto por escrito, que agilizó y ordenó las pues-tas en común.
El recorrido de este itinerario, ya se presentaba muy interesante, pero resultó más de lo esperado, y ha supuesto una profunda revisión de la propia situación vital, del camino que recorro, ayudado por la forma en que Jesús, vivió su propio camino. Este proceso, me ha hecho ver que el camino vivido por Jesús y que los evangelios nos tratan de mostrar, puede ser muy importante para ayudarnos a trazar nuestros propios procesos vitales. Descubrir que Jesús vivió sus propias crisis, que los discípulos hubieron de enfrentarse a un recorrido que los fue llevando a un proceso de aceptación y de crecimiento en la fe, no exento de crisis y dificultades, ha sido un bálsamo y de un gran enriquecimiento personal.
El hecho de trabajar sobre los evangelios, no como relatos históricos de unos hechos, sino como la narración de experiencias en las que se trata de dar a conocer a las comunidades a quienes se dirigían, lo vivido y sentido en el recorrido de Jesús, permitió que las diferentes lecturas nos fueran situando en el camino vivido por Jesús y nos ayudaran a conocer donde el estilo de vida de Jesús, su camino, se cruza con nuestro proceso y camino de vida. Así los momentos sobre la pasión y muerte de Jesús, ayudaron a trabajar nuestra propia muerte y su camino hasta ella, con todo lo que ello tiene de proceso, de interiorización y de asunción de la vida propia. El momento de la resurrección, supuso un fuerte trabajo para ver la resurrección como un resurgir de vida en quienes siguieron a Jesús y como un elemento de vida en nosotros hoy.
Señalar también, que el itinerario constituye un plan de trabajo muy intenso, que es posible que hubiera requerido de mayor tiempo para un trabajo personal más reposado.
Repasar lo escrito en los momentos de trabajo personal, está constituyendo un ejercicio de desarrollo espiritual al que puedo seguir dedicándole mis energías y que me puede ser de gran ayuda en mi proceso de crecimiento espiritual.
Siempre es un gusto saber que la experiencia de la cotidianidad de la vida compartida es muy enriquecedora para cada una de las personas que participan en estos encuentros, y aún más cuando Jesús, como lo dice el subtítulo, se cruza en el camino de cada uno dándole un plus a nuestra existecia.
Gracias Cristobal por compartir su vivencia. Me alegro con ustedes!
Mauri