Me ha gustado el Encuentro de la Rioja de este año 2015. Ha sido un encuentro especial para mí. El primero que he vivido ‘solo’, aunque en todo momento rodeado y acompañado por muchos. Tras cerca de 20 años viviendo Encuentros con Mayte, esta vez ha sido sin ella en su forma corpórea, aunque muy acompañado por ella de la otra manera.
Me ha gustado el Encuentro porque se ha centrado en algo que me resulta esencial: El Evangelio. Se han revisado y estudiado textos importantes, algunos más fáciles de entender y asumir, otros menos, algunos de los que van directos al corazón y a la mente, otros algo más rebuscados y enredados. En todo caso ha habido tiempo para pensar y tiempo para comentar e incluso discutir. Ha sido muy grato además que no se haya echado en falta esa voz, generalmente autoritaria, que decidía lo que nos tenía que significar e inspirar cada pasaje del Evangelio.
Me ha gustado el Encuentro porque he encontrado esperanza, la esperanza que nos brinda lo mucho que tenemos del mensaje de Cristo. Al lado del Evangelio, tantos escritos, moniciones, rezos, prácticas religiosas, etc. se quedan muy pequeñas, valen comparativamente poco. En todo caso son las conductas de los seres humanos las que pueden estar a la altura, o al menos en la línea, del Evangelio, también lo que algunas veces llegamos a ver o llegamos a leer o nos cuentan. El Evangelio es lo más genuino, lo más esencial, lo más profundo que tenemos, que a veces solo se reconoce, incluso por gentes muy de Iglesia, como de pasada. Hoy abundan personas que se han alejado de la religión tradicional. Cuando te permiten preguntar por qué se han alejado, nunca sale a relucir su disconformidad con el Evangelio, sus razones se enfocan mas en lo anecdótico, van por otro lado y se concentran en comportamientos y actitudes de personas que conocieron, de buena voluntad probablemente, pero equivocadas en sus planteamientos y mostrando que no captaron el mensaje de Jesús. Recuerdo una viñeta de ese dibujante de temas cristianos, el que dibuja a Dios con una larga barba, donde un personaje decía a otro «para creer en ese Dios que me dices que crees, tal vez te conviene más ser ateo».
Yo he tardado mucho en captar algo del carácter de Jesús, según lo que he podido deducir yo leyendo y reflexionando en el Evangelio. Jesús se me aparece como un hombre serio, poco amigo de tonterías y cuentos, que buscaba el bien de los demás sin untuosidades ni misterios ni prepotencias, ni se afanaba por quedar bien. Vamos, que no veo yo que hiciera concesiones a lo ‘políticamente correcto’, ni que optó por ‘el mal menor’. Alguna vez mostró ser duro y con pocas contemplaciones, seguramente porque creyó que las circunstancias lo exigían. Ante todo fue bueno, se conmovía con la desgracia y se dio perfecta cuenta que su mensaje tendría todo el valor si, llegado el caso, tenía que dar su vida, que al fin la dio y de atroz manera. Añadir que con su muerte ‘redimió al mundo’ y cosas por el estilo me hacen pensar que rebajan su entrega y compromiso. Jesús no se limitó a ser un profesor que explica teorías bonitas y se va. Jesús fue fiel y lógico con su mensaje, sabiendo que traería consecuencias, que no siempre las aceptó de primeras, pero que aceptó que su muerte ponía en valor su mensaje.
Ha habido y seguro que sigue habiendo otros seres humanos que han seguido esta trayectoria. Morir por unas ideas es digno de mucho respeto. No seré yo quien diga que algunas de esas ideas puedan estar equivocadas. Si las ideas son para buscar el bien de los pobres y marginados, no pueden estar equivocadas.
Estamos viviendo momentos de incertidumbre en la Iglesia, al menos eso se capta viendo el vaciamiento de Templos y Seminarios. Si se aplicase a la Iglesia, al menos la de los países más desarrollados, criterios de lógica empresarial, podríamos decir que, al menos esta Iglesia no tiene un futuro brillante. Te suelen contestar con lo de que el Espíritu Santo se encargará de que eso no suceda. Pero yo creo que el Espíritu Santo es mucho más listo y que no está por aceptar ser un simple componedor de fracasos bien intencionados. Mucho me gustaría que la Iglesia, la jerárquica, y luego todos y cada uno de los que aun nos sentimos católicos, nos examinásemos de nuestra responsabilidad en el vaciamiento de Templos y Seminarios. El Papa Francisco, con su peculiar y atractivo estilo, ya ha empezado a hacerlo, bendito sea, y que corra mucho. En otra Jerarquía no se ve tanto, o mejor, no se ve.
El Evangelio, nos dicen, supuso al principio una »Buena Noticia«. Ahora no parece que así se entienda o al menos hay muchos que no lo aprecian así y no lo consideran ni buena ni nueva. La única explicación posible es que no han entendido bien el Evangelio o se lo hemos explicado mal. ¿Quién puede decir que no le inspiran las parábolas o los diálogos o la profundidad de Jesús ante lo que pasa en su vida? Pero el Evangelio hay que verlo desde la libertad, jamás desde la imposición.
Parece haber miedo a cambiar cosas en la Iglesia. Por supuesto hay que ser siempre prudente con los cambios en asuntos de normativa, pero hoy en día no cambiar no atrae, evoca anquilosamiento, también atraso, falta de dinamismo. Ha sucedido que obligaciones de la Iglesia se han ido ‘cayendo’ solas, pero sin que se hayan cambiado, lo que induce a recelo. Por ejemplo, asuntos de sexualidad, antes considerados graves, ahora no son graves. Ir a Misa los domingos y fiestas era obligación también grave, ahora no. Los viejos podemos aportar más ejemplos y muchos más detalles. Que las obligaciones ‘se caigan’ expresa que no se quiere cambiar, que te arrastra la realidad y eso es difícil de aceptar hoy en día.
¿Qué tengo que hacer yo para que el mensaje de Jesús sea más y mejor conocido y mas disfrutado? ¿Cómo puedo continuar modestísimamente yo la tarea de Jesús en el pedacito de mundo donde me muevo? ¿Qué tengo yo que hacer para que nuestros ‘pastores’ pierdan miedo a cambiar? ¿Cómo influir siquiera un poquito para que nuestras celebraciones religiosas sean agradables, ricas y motivadoras? Son solo unas pocas de las preguntas que me hago y que me respondo, con más o menos efectividad y generosidad.
Al final, la mayoría de las cosas se resumen en sonreír, siempre, mirar a los ojos, siempre, escuchar con interés, siempre, hacer por los demás más que lo que hago por mí, siempre, ponerme el último y adaptarme, siempre o casi siempre.
Eduardo Cruz
El recorrido que acoges con tus palabras es interesante, Eduardo.
De las amistades con las personas de Iglesia, hay muchas páginas
buenas, en el libo de mi vida, y como tú escribes las estancias de
nuestros templos, hace años que nos quedan grandes.
Y que camino estamos invitados a tomar?
Señalas, que en el último encuentro (La Rioja) nos adentramos en la
alegría de las parábolas, hechos, bienaventuranzas, para estudiar y conocer
el valor de la persona de Jesús y la fuerza transformadora de su mensaje.
Concluyendo, es sincero mi intento de ser cristiano con las demás
personas.
Pepe Noguera
Eduardo, quiero contarte que hace algunos años cuando empezaba mi experiencia como maestra de educación básica, use la táctica de no sonreír o reírme poco, en los primeros meses del curso escolar, por cualquier cosa, con la finalidad de que los alumnos a mi cargo tomaran con seriedad y respeto el trabajo y distinguieran que había un tiempo para cada cosa, pero un día revisando cuadernos, un niño se acerco y me dijo: «Maestra, dice mi papá que la gente que no se ríe, se arruga más pronto». Me dio un ataque de risa y hecho a perder mi táctica.
Esto para decir, que sonreír no es cosa fácil, la sonrisa tiene que nacer del corazón, porque de dientes para fuera es falsa, es de plástico y no dice nada.
Que bien que sonrías y al hacerlo comuniques la alegría del Evangelio. Eso es bastante.
decirte que sonreir no es cosa fácil
El recorrido que acoges con tus palabras es interesante, Eduardo.
De las amistades con las personas de Iglesia, hay muchas páginas
buenas, en el libo de mi vida, y como tú escribes las estancias de
nuestros templos, hace años que nos quedan grandes.
Y que camino estamos invitados a tomar?
Señalas, que en el último encuentro (La Rioja) nos adentramos en la
alegría de las parábolas, hechos, bienaventuranzas, para estudiar y conocer
el valor de la persona de Jesús y la fuerza transformadora de su mensaje.
Concluyendo, es sincero mi intento de ser cristiano con las demás
personas.
Pepe Noguera
Querido Eduardo, eres una persona muy buscadora, y admiro de ti tu valentía, porque después de tantos años viviendo la experiencia junto a tu compañera, Mayte, ahora de alguna manera, empezar de nuevo es de valientes y de personas inconformistas y con inquietudes internas que nada tienen que ver con la edad. Te quiero mucho y eres un ejemplo para mi. Un abrazo y nos encontramos pronto. Ánimo valiente…..