El miércoles de ceniza me llamó una abuela para contarme lo que le había sucedido. Resulta que tenía en casa a dos nietas gemelas de unos doce años, en un determinado momento les preguntó si sabían lo que era la Cuaresma, a lo que respondió rápidamente una de ellas diciendo que no sabía qué cosa era eso, la otra respondió dubitativamente diciendo que era algo de Dios que murió por nosotros…
Al momento me encontré con un mi sobrino y le hice la misma pregunta, a la que me respondió que era “algo de que había que confesarse” (Puedes hacer la pregunta y comprobarás por ti mismo los resultados… Te invito).
Lo primero que me suscitó este hecho, que es lo que pueden pensar una gran mayoría de personas es lamentarse: ¡Hay que ver que ignorancia y falta de formación básica tiene la gente! ¡Qué formación tan deficiente se ha dado sobre lo más esencial del cristianismo!… Pero esta manera de pensar, a mi modo de de ver, no es veraz y oportuna, por la simple razón de que estamos valorando con una mapa mental (manera de ver) del pasado donde la cuaresma, como tantas otras cosas, era algo que se transmitía como una herencia, algo que se imponía desde fuera, desde el ambiente generalizado… Por tanto la apreciación no es veraz ni oportuna.
Creo, es mi punto de vista, que tenemos que invertir la perspectiva y partir más bien desde nosotros, los que acusamos de ignorantes a los demás y preguntarnos: frente a lo heredado del pasado, concretamente con lo que respecta a la cuaresma ¿qué propuestas hacemos que tengan en cuenta las necesidades, aspiraciones, preocupaciones de las personas de nuestro tiempo? ¿Qué significando le estoy dando en mi vida actual, a mi edad, en mis circunstancias? ¿me quedo como mero espectador a ver en que queda esto?
Humildemente os confieso que sí es posible otra Cuaresma. Nosotros como Grupo de Servicio de Animación hemos propuesto un itinerario para avivar las celebraciones litúrgicas -como podéis ver en el apartado de recursos-, junto a otras propuestas de solidaridad. Personalmente estoy siguiendo el itinerario del evangelio de Mateo, que me sirve como guía, para confrontar mi vida con la de Jesús pues sigo creyendo que su propuesta sigue siendo válida. Lo que hay que actualizarla vivencialmente.