Señor, ¿dónde te encontraremos?
Son tantas y tan confusas las señales
que descubrimos en nuestro camino
que nos sentimos abatidos, perdidos, desorientados…
Desde la encrucijada de nuestras vidas,
desde la necesidad de hallar señales correctas,
abrimos nuestros corazones y alzamos nuestras voces:
¡Dónde te encontraremos, Señor!
- En el niño, envuelto en la miseria, en la periferia de la ciudad…
- En el emigrante, envuelto en la indiferencia, en los servicios sociales…
- En el mendigo, envuelto en la indiferencia, en el parque dl barrio…
- En el anciano, envuelto en la soledad, en la residencia de la tercera edad…
- En el enfermo, envuelto en el dolor, en la cama del hospital…
- En el joven, envuelto en el error, en el centro de menores…
- En la mujer envuelta en el miedo, en las dependencias policiales…
- En el parado, envuelto en la impotencia, en las oficinas de empleo…
- ….
Y sobre todo, en Dios, envuelto en cada hermano y hermana que encontramos cada día,
en el pueblo, en la ciudad, en nuestro trabajo…
en nuestras vidas…
¡Te encontraremos, Señor!.