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Algo importante está aconteciendo en la Iglesia

franccisco-estocolmoEjercitándome en la esperanza en este tiempo de adviento, hoy me voy a centrar en la Iglesia, para reconocer y acoger que algo significativo está sucediendo.

Vaya por delante que son muchas las mujeres y hombres y grupos anónimos que tratan de vivir y actuar como Jesús. Pero quiero centrarme en el Papa Francisco porque es más visible, que no por ello es más importante, y sobre todo por lo provocativo que están siendo sus gestos y sus palabras con relación a la experiencia de Dios manifestado en Jesús, el Dios-con-nosotros.

El Papa Francisco desde el inicio de su ministerio no ha dejado a nadie indiferente. Así lo he podido constatar yo, como otras muchas personas, desde el inicio de su ministerio. Recuerdo cuando en una visita rutinaria  el empleado del banco me dice, de repente: “Este Papa habla claro y se le entiende muy bien”… O aquel joven sacerdote, que estaba estudiando en Roma, comenta en la sacristía de una parroquia, donde íbamos a celebrar el funeral de un amigo, hablando del Papa comenta. “Este Papa me parece muy pastoral, parece el cura de un pueblo, para mí Benedicto XVI sí que era un verdadero Papa, cada ángelus en la plaza de san Pedro hacía un tesis doctoral”… Mi reacción espontánea fue decirle si le parecía que ese era el lugar adecuado para hacer tal proclama…

El Papa Francisco en su primera encíclica, manifiesta un estilo diferente, no es una exposición doctrinal de su ministerio, sino  un testimonio, una experiencia de su fe cristiana, hoy. No cabe la menor duda que es un estilo nuevo, sin entrar en comparaciones con otros Papas, es un estilo que sigue manifestando en sus visitas y mensajes.

Destaco dos hechos que me parecen muy singulares, interpelantes, y que son muy recientes. Realmente son hechos-signos en cuanto que van más allá de la simple noticia. Tienen una trascendencia que supera el hoy y abre hacia un futuro esperanzador. En el primero es el Papa el que toma la iniciativa y va el encuentro de los “hermanos separados”. En el segundo son los líderes de los movimientos populares que van en su búsqueda del apoyo del Papa. Realmente ha llegado a la gente sencilla, así lo constato diariamente en el entorno en que vivo.

El primero hecho ha sido el viaje a Suecia para hacerse presente en el quinientos aniversario de la reforma luterana el 31 de octubre. Extraigo este pasaje de la declaración conjunta Papa Francisco y luteranos en Estocolmo: “Hoy, en particular, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en Cristo. Nosotros, Luteranos y Católicos, instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los  refugiados y de los que buscan asilo. Hoy más que nunca, comprendemos que nuestro servicio conjunto en este mundo debe extenderse a la creación de Dios, que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable”.

El segundo hecho, que me ha llamado la atención, fue el encuentro con los movimientos populares el pasado cinco de noviembre. Es muy relevante que los movimientos populares vayan a Roma a encontrarse con el Papa. De su mensaje me lllama la atención este fragmento tan claro, orientador y provocador para este tiempo: «…abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida». Además el Papa les pidió esencialmente a los presentes estas cuatro cosas: «No a la tiranía del dinero; huyan de la corrupción, revitalizad la democracia, sed solidarios».

 En mi opinión el Papa Francisco fascina y se le reconoce más fuera del ámbito eclesiástico que dentro de él. Son muchos los obispos, sacerdotes… que muestran admiración por el  Papa Francisco, pero cuando uno mira como simple observador, sin pretender emitir un juicio crítico, constata que estamos muy lejos del reconocimiento y aceptación. Sirva un ejemplo. El año jubilar de la misericordia que acaba de finalizar. La pregunta del nueve es: ¿Cómo se ha vivido el año jubilar a nivel de diócesis, en el ámbito parroquial, a nivel personal?

Siguiendo como espectador he constatado en mi diócesis levantina que, curiosamente, en el mismo año jubilar de la misericordia, se ha celebrado el Año jubilar del Santo Grial, con sus visitas, su simposio de teología sobre el Santo Cáliz… Como simple observador me atengo a lo dicho, al buen entendedor sobran las palabras.

Para mí el Papa Francisco está siendo un profeta de nuestro tiempo. Profeta no es un portavoz enviado desde fuera, “es un explorador del espíritu humano, que tiene la valentía de advertir a los demás lo que vive”. No le gusta lo que ve a su alrededor, – creo que hay constancia de ello hasta en sus homilías de santa Marta, no digamos en sus encíclicas – y busca algo nuevo.

Desde hace unos años, antes de que fuera elegido el Papa Francisco, estoy inmerso en un proceso de “traslación” de las Ejercitaciones por un Mundo Mejor, que ha supuesto para mí un giro copernicano, estoy haciendo este pasaje de poner la atención en la pastoral a centrarme en la espiritualidad. He de confesar que he sentido y acogido al Papa Francisco como una bocanada de oxígeno. Pero he de testificar que antes de su llegada, en este camino que estoy viviendo y haciendo, me encontraba con una esforzada resistencia en algunos compañeros, ahora se ha convertido en una silenciosa adhesión, sin mucho entusiasmo. Como si lo que está haciendo el Papa fuera un temporal pasajero y que es cuestión de dejar hacer, que ya vendrán tiempos mejores.

Creo que el Papa Francisco solo no puede renovar o revitalizar a la Iglesia, tampoco sería real y prudente, es más él mismo lo ha dicho: «Algunos esperan y me piden reformas en la Iglesia, y debe haberlas. Pero antes es necesario un cambio de actitudes». Realmente está siendo un estímulo para el cambio de actitudes, pero el cambio de actitud es algo personal  e intransferible. Por eso yo me voy a dedicar, en la medida de mis posibilidades a seguir siendo “provocador” del cambio de actitudes en las personas para, a la vez, renovar la Iglesia y contribuir a transformar la sociedad.

Nacho

2 Comments

  • Interesante comentario , que me ha permitido , reflexionar un poco más sobre ¿ que aporto yo en mi dia a dia en ayuda a la Iglesia de Dios en el que creo ?
    Gracias por los testimonios que recibimos de «personas de bien » para saber descubrir que lo que este Papa Francisco , no es nuevo ! es lo más parecido al mensaje cierto de Jesucristo en su venida al mundo .Pero,,,,,,,es tan complejo las actitudes de los humanos ,,,,,,, que se nos olvida que «hacer el bien es más sencillo de lo que parece » : Dios bendiga a este Papa , y a todos aquellos que , desde su lugar son coherentes con la fe y nos dan testimonio de Vida !

  • Cristóbal dice:

    He releído varias veces este artículo, no porque me resultara difícil de entender, sino porque quería saborearlo e ir gustando cada una de las muchas cuestiones que tocas y que son tremendamente actuales y vitales.
    Me ha llegado de manera importante, el gesto tan significativo del Papa al participar junto con otras confesiones, gesto que sin alharacas, hace mucho más por la unión de las iglesias que muchos de los congresos y conferencias que suelen celebrarse. Estos gestos sencillos, valientes y cercanos a la gente, constituyen como dices un nuevo y gratificante estilo.
    También me ha llegado profundamente que consideres al Papa como profeta, profeta que más que decir, hace, y que marca un estilo, denuncia con sus propios actos, que se centra en lo verdaderamente humano, más que en teorías.
    Por último, he sentido un importante toque de atención al sentirme llamado a un cambio de actitud en mi vida cotidiana, con mis cercanos y mis periferias.
    Por otra parte, es este tiempo litúrgico muy adecuado para que ese cambio de actitudes personales, constituya el verdadero adviento en cada uno de nosotros.
    ¡Gracias!

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