En este tiempo del adviento me propongo ejercitarme en la esperanza, para ello me pongo a “mirar” a la sociedad, a la aldea global. Conste que no quiero huir de la realidad cotidiana, sino todo lo contrario como se podrá comprobar, en eso confío.
Comienzo por el último suceso global, la muerte de Fidel Castro, como dice mi hermana tenemos Fidel hasta en la sopa, curioso personaje que desde su rebeldía utópica contra la injusticia que sufría el pueblo cubano ha pasado a hacer de su pueblo su propia familia. No entro a valor y distinguir su talla política y demás aspectos que sobrepasan mis posibilidades. Simplemente quiere hacer una constatación…
Aún nos quedan secuelas informativas, en esta aldea televisiva, de las elecciones americanas. Hay en bastantes medios de comunicación un intento de denostar al candidato y hoy presidente Trump y se guarda un respetuoso silencio de Hillary Clinton, tal vez porque habían apostado por ella, pero sin duda su gobernanza no hubiera sido más justa y equitativa y, sobre todo, defensora de los grandes lobbys que dominan la política americana al servicio del gran capital…
Sin duda hay otros acontecimientos, que están siendo diferentes, en distintos lugares y son manifestación de un tipo de sociedad. Como es el caso del Brexit de la Gran Bretaña que prefiere huir del desconcierto europeo insolidario, para defender sus propios intereses identitarios e imperiales. Así podríamos seguir con la Rusia del señor Putin, la Siria de la Bashar al-Ásad, que erre que erre, sigue en una guerra que no se sabe quién lucha contra quién… Sin olvidarnos de la China Xi Jinping, representante de un élite de la país más grande del mundo y que va a la compra del territorio africano para alimentar sus intereses y los ciudadanos y ciudadanas chinas…
Finalmente quiero hacer una simple mención del desaguisado de los refugiados en Europa, de la dependencia económica que tenemos de Alemania y de la aventura de la gobernanza en España…
En todo esto que he evocado percibo unas constantes. Por una parte las democracias parlamentarias sufren una crisis muy aguda. Las mediaciones institucionales que debieran ser cauce de participación se han fosilizado de tal forma que las aspiraciones, necesidades y voluntades del pueblo, especialmente de los jóvenes y descartados, no son escuchadas por los dirigentes. No es extraño, pues, la pérdida de credibilidad de las instituciones y de la clase política…
Otra constante es el despertar del pueblo simple y llano que manifiesta de diversas formas su malestar, su rechazo al orden institucional bien con la pasividad de la gran masa y de los diferentes grupos, movimientos, ONGs, asociaciones de lo más variopintas que se presentan como alternativa de sociedad y proyectan con su solidaridad otra imagen de la sociedad actual.
En el fondo de todas las situaciones, simplemente evocadas, está la fuerza oculta del mundo financiero, que es la su expresión máxima del dominio de la economía sobre la política, la cultura, la sociedad. Lo curioso del caso es que yo mismo, desde mi ignorancia, estoy apoyando ese mundo financiero cuando deposito el fondo de nuestro grupo en sus manos. Aquí valdría decir, para bastantes personas aquello de: “Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Hay otras muchas constantes, pero señalaré estas dos. El mundo de hoy no se rige por la razón y la justicia, sino por el sentimiento de forma que podríamos decir aquello de “siento, luego existo”. Los pueblos y personas hoy buscan, ante todo y sobre todo, identidad y seguridad en esta aldea, como se puede apreciar en los medios de comunicación social, lo universal se impone sobre la cercano, la noticia mundial apaga el fuego del hogar…
Todos esto es lo que hace un caldo de cultivo para que haya personajes, con grandes y nobles ideales o puramente intereses, consigan embaucar a grandes masas para conseguir “democráticamente” la gobernanza de un país, el reconocimiento internacional y, por consiguiente acrecentar la injusticia, la masificación, la insatisfacción…
Es en esta aldea global donde tenemos que despertar del sueño.
La solución no puede venir nunca de un “personaje”, sea del color o de la ideología que sea… Afirmo con firmeza que no hay magos, ni poderosos que puedan salvarnos. No es posible salir de los límites, si no hay voluntad personal. Me viene a la memoria aquello que decía Pablo Freire: “Nadie libera a nadie, nadie se libera solo, el ser humano se libera en comunión y solidaridad”.
Hay que abrir horizontes de humanización. Prefiero los horizontes a los planes, pues para mí el plan es algo a ejecutar y si no se logra genera frustración. En cambio el horizonte, es un referente que me ayuda a realizar en el presente aquello que como ideal me debe guiar ya en el presente. Por eso cuando digo horizonte de humanización, quiero decir que hay que ayudar, aquí y ahora, a que la persona – en singular – asuma su vida cotidiana, la conduzca, en la medida de sus posibilidades y límites, teniendo presente su entorno. Pienso que las grandes y pequeñas revoluciones, en buena parte fallaron, por olvidar que en la medida que no hay transformación de la persona no hay transformación social a largo plazo.
Pienso que los verdaderos líderes de hoy no son en aquellos que se erigen en portavoces del pueblo, de las personas, pues los líderes auténticos de hoy son aquellos que hacen posible que el pueblo y las personas expresen su voz, participen activamente en vivir ese horizonte de humanización.
Para mí un líder de hoy, y por líder entiendo toda aquella persona que quiere promover una iniciativa o a personas, tiene que tener presente dos condiciones. La primera es vivir honestamente ese dinamismo de humanización que quiere promover. Viviendo una vida coherente entre lo que propone y lo que vive. No ofreciendo utopías inalcanzables, sino un testimonio que despierta, provoca, invita a vivir y hacer otro mundo posible. La segunda es que el líder tiene que ser consciente de que su propuesta es parcial, no es única, sino que hay otras posibilidades, otras propuestas, otras perspectivas. Por eso será una persona de diálogo, de encuentro, de intercambio… Sólo desde una conciencia viva de la pluralidad y la diversidad será honesto y justo cualquier ofrecimiento social, cultural, religioso…
En esta aventura estoy embarcado, que antes solo intuía y ahora miro y siento que es posible.
Nacho González
SÍ, TENEMOS Y PODEMOS CAMBIAR EL MUNDO ENTERO. PERO HAY QUE EMPEZAR POR TENER MÁS EMPATÍA Y AYUDAR A LOS QUE TENEMOS MÁS CERCA, NUESTRO PRÓJIMO MÁS PRÓXIMO. PERO PARECE QUE LUCE MÁS HACER GRANDES COSAS, PERTENECER A GRUPOS O ASOCIACIONES CERRADAS, DONDE SÓLO ENTRAN LOS QUE ELLOS QUIEREN.
ESE ESTILO DE IGLESIA NO SÓLO NO GUSTA, AL CONTRARIO, ECHA PARA ATRÁS.
Algunas veces he pensado: Si hubiera un lider lo suficientemente influiente a nivel mundial que fuera capaz de crear un nuevo orden mundial mas justo, podría ser una solución a los actuales problemas. Pero a continuación pienso que esta persona tendría que ser un «SUPER-HOMBRE», y esos seres solo existen en los cuentos y las fantasías.
Por ello me sumo al escrito de Maite, es cada uno de nosotros, en nuestro entorno , hacer ese mundo mejor. Que nos humanicemos y dejemos cada uno de mirarnos el ombligo propio y miremos a nuestro entorno, nuestro pueblo, nuestra calle o nuestro vecino, ahi es donde podemos actuar y hacer esa labor, no en querer solucionar los problemas del mundo o que surja una persona capaz de hacerlo.
Gracias Nacho por hecernos pensar.
Muchas personas sentimos la conveniencia y necesidad de que las cosas mejoren pues es fácil ver que no nos gusta cómo están. No nos atrevemos a pensar que somos líderes, pues es más común preguntarnos ¿qué puedo hacer yo? Aquí me sumo a las condiciones que propones para el líder. En nuestra vida sencilla y con nuestro entorno, nos sirven igualmente si nos interesamos en que el mundo sea un poco mejor. Gracias Nacho.
Gracias por esta reflexión !!!!!!