Hay experiencias, que como decía el catecismo “imprimen carácter” es decir, te dejan sellado para siempre.
Una criatura recién nacida despierta una ternura tremenda que te interroga y descoloca. Pero es muy distinto el sentimiento de ser padres al de ser abuelos. La naturaleza del impacto es la misma pero percibida muy diferente.