El mundo esta cambiando a la mayor velocidad que jamás la humanidad imaginó. Nunca en la historia hubo cambios tan drásticos, dramáticos y, yo añadiría, tan fantásticos, como los que se están produciendo en estos principios del siglo XXI. La entrada con fuerza de las nuevas tecnologías de comunicación están revolucionando todos los pilares básicos que sustentan la evolución cultural y social de la humanidad. La crisis económico-social que está flagelando de manera tan hiriente, a tantas ciudadanas y ciudadanos de nuestras familias, de nuestra ciudad, del mundo… El futuro que se cierne ante nosotros es incierto y lo desconocemos. En realidad no podemos asegurarlo con certeza. No somos capaces de predecir con exactitud qué nuevos tipos de relaciones sociales, laborales, institucionales, se establecerán entre los seres humanos.
Pero este cambio está incidiendo en cada persona singular, en las familias, en la manera de afrontar el hoy y el mañana… Ante estos cambios tan evidentes yo me pregunto: ¿Cómo los estoy afrontando? ¿Cómo me siento al ver la incidencia en casos concretos: el desahucio de familias de su vivienda, ante el paro de tantos jóvenes, ante tanta reducción social…? ¿Está cambiando en algo mi vida? ¿Con qué sentimientos afronto cada nuevo día?…
En primer lugar tengo que reconocer mi error al contribuir, en una mínima proporción, en la burbuja inmobiliaria al comprar una casa. Pero ese reconocimiento me está permitiendo actualmente situarme de otra manera ante la crisis y lo imprevisible del futuro personal, del Grupo, de la Iglesia, del mundo… Venimos de sociedad en la que se sancionaba el error, pero con ello se eliminaba la audacia y la valentía y se fomentaba, tal vez, la servidumbre y el conformismo. Pero si vivo el error como posibilidad de aprendizaje, entonces se me abre una primera puerta para afrontar lo imprevisible.
Un segundo aspecto que me está ayudando a afrontar el futuro es la atención a los “signos de los tiempos”, que me lleva, con otras personas, a husmear en la realidad cotidiana no tanto lo que pasa, sino sobre toda la raíz de lo que sucede ¿qué implica este cambio? ¿qué transformaciones sociales, culturales, estructurales, religiosas…se están produciendo?
El tercer aspecto que me está dando fuerza para afrontar la incertidumbre es la profunda experiencia espiritual de vivir centrado, cada vez más, como Grupo en el Espíritu de Jesús que está en medio de nosotros y más allá de nosotros. Lo que siento que me hace una persona ilusionada, apasionada por el Reino –traduciéndolo a un lenguaje de hoy- con Jesús creo que otro mundo es posible, por eso tengo sed de que nuestro mundo sea más humano, deseo buscar salidas y vivir en esperanza.
La esperanza me da la luz para poder ser capaz de visualizar todos aquellos pequeños y grandes milagros de solidaridad, de cambios, de transformaciones positivas que se están dando en nuestra sociedad. Porque no todo es crisis, o no todo está en crisis. ¿No te parece?
Soy Carlos, tengo 54 años y vivo en Puerto Rico. Soy empresario y me intereso por la situación del mundo y los cambios que en el se están realizando. Al participar en este foro, pienso que mi contribución debería ser tratando de animar la esperanza de los que aquí coincidimos ya que cada uno puede tener una situación particular matizada por sus condiciones especificas. Veo el mundo en unos profundos, rápidos y continuos cambios. La crisis en que estamos es una ocasión para propiciar un cambio, que aprovecharan las próximas generaciones. Estoy convencido que mi papel será facilitar este espíritu de fe en el ser humano, en Dios y en el futuro. Reconozco que no será fácil ni será pronto, pero si los hombres y mujeres de buena fe hacemos una propuesta creíble y realizable las posibilidades aumentaran significativamente.
Pienso que la vida es una aventura impredecible y que para muchos las condiciones son ya muy complicadas, ni me imagino cuanto…pero se que el ser humano tiene una capacidad inmensa para adaptarse y avanzar.
Creo que debemos aprender a renunciar y cambiar aunque eso nos cueste. Leyendo un libro del Padre Pedro Arrupe, quien desde joven quiso ir a Japón como misionero, le toco ser testigo de la tan cruel realidad de la bomba atómica a Hiroshima. Vivió el terrible dolor del pueblo japonés y quedo marcado por la capacidad de este pueblo de manejar el dolor y enfrentar la desgracia. Ocho días después de esta bomba fueron atacados por otra en Nagasaki. Todos nosotros hemos visto esto con el tsunami (de hace casi dos años) y a todos nos impresiono la disciplina de este pueblo. Quizás sea tiempo de recordar las veces que como pueblo y como humanidad hemos enfrentado la desgracia y hemos salido hacia delante.
Hoy nos enfrentamos a retos que nos obligan a unirnos si es que queremos avanzar.
Para ello hay que hacerlo juntos, y esa convicción hay que comunicarla a otros que quieran participar en mejorar este único mundo que tenemos y es de todos.
Soy Sara, 56 años, vivo en Asunción, Paraguay, América del Sur.
Soy esposa y madre de tres hijos, dos profesionales y el último cursando el tercer año de medicina.
Nosotros vivimos lo imprevisible de manera muy diferente a como viven habitantes de paises más desarrollados y con una vida más cuidada por el estado, pues pertenecemos a un país del tercer mundo, con políticos muy corruptos que violan los estado de derecho de los ciudadan@s.
Vivimos el presente y el ahora, así como nos presenta el día. Mirando las bondades de LA VIDA y enfrentando las injusticias sociales con la seguridad, que hoy, podemos hacer algo por mejorar nuestra estadía y la de nuestros compatriotas.
Otros, una sensible minoría, viven la vida con una aparente «seguridad» basada en lo mucho que acumularon robando al estado. Estoy segura que eso no es seguridad.
Cuando veo por noticieros cómo los ciudadanos de paises desarrollados se preocupan tanto por su futuro, pienso que muchos jovenes y ancianosde mi país ni pueden plantearse su presente.
Es lo que nos toca.
A mi esposo y a mí , desde hace 27 años, nos mantiene en pie DIOS encarnado en nosotros, dándonos el impuldo y la FUERZA DE LA VERDADERA VIDA.
Vivir plenamente el ahora, el presente, embuídos en el AMOR y viviendo lo mejor de nosotros, comprometidos en mejorar lo que nos fue regalado, el mundo. gracias. Un enorme cariño desde esta tierra sudamericana
Soy Rosa Mª, tengo 65 años. Acabo de leer la reflexión de Nacho:
¿ Cómo vivir lo inprevisible ?y los comentarios de Antonio Cabrera y Sara Abdala Comparto vuestra visión a todos los niveles, ello me ayuda a ver que mis ideas y preocupaciones, son compartidas por más gente. Hace poco también leí esta frase » Hay que desaprender para volver a aprender» me hizo pensar, y es cierto.
Estoy cerca de cumplir los 65 años de edad y a traves de mi vida he vivido alguna que otra «CRISIS», es como si fueran periodos cíclicos. Los comentarios que ha hecho la gente han sido, «¡Que mal está todo!, ¡No se como vamos a salir de esta!, ¡No hay trabajo! y demas comentarios similares. Yo particularmente pensaba que esto sería mas o menos largo, que con el tiempo las cosas volverían a su cauce.
Pero ahora pienso que la cosa es muy diferente, el mundo, en el último siglo aproximadamente, está cambiando a una velocidad muy grande, pero como dice el escrito del amigo NACHO, en lo que llevamos del siglo XXI es ya velocidad de vértigo y está removiendo todas las estructuras del mundo, con lo que nos escontramos que todo lo que hasta ahora era bueno y corrrecto, ahora ya no nos sirve. Un buen amigo dijo una vez «HAY QUE DESAPRENDER PARA VOLVER A APRENDER», y se la he oido varias veces, y de verdad que me ha dado mucho que pensar.
Humildemente reconozco que me hallo perdido y no se que camino seguir, como podría ayudar a solucionar la situación en que nos encontramos, ante la impotencia pienso si no es a mí a quien corresponde esta tarea.
Solo me queda la esperanza de que aportando mi grano de arena de forma solidaria con muchas otras personas y por supuesto confiando con el espíritu de Jesús podamos llegar a construir ese mundo mejor.