Después de asistir a la misa televisada, como uno de tantos, me he detenido esta mañana del domingo a leer y reflexionar sobre lo que está pasando, que quiero compartir.
Creo que el cosmos tiene su manera de reequilibrar las cosas y sus leyes, cuando se alteran demasiado. Pero hay que reconocer que los humanos tenemos mucho que ver en ello.
El momento que vivimos, lleno de anomalías y de paradojas, nos está haciendo reflexionar…
En una fase en la que el cambio climático, causado por los desastres medioambientales, ha alcanzado niveles preocupantes.
Primero China, y ahora Europa…, nos vemos obligados a parar; la economía se desmorona, pero la contaminación disminuye considerablemente.
El aire mejora; se usa una máscara, pero se respira…
En un momento histórico en el que, en todo el mundo, se reactivan ciertas ideologías y políticas discriminatorias, recordando con fuerza un pasado mezquino, llega un virus que nos hace experimentar que, en un instante, también nosotros podemos llegar a ser los discriminados, los segregados, los que se bloquean en las fronteras, que traen enfermedades.
Aunque no tuviéramos nada que ver.
Incluso si somos blancos, occidentales, y viajamos en primera clase…
En una sociedad basada en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día, aunque no está claro por qué, sin sábado ni domingo, sin más pausas en el calendario, de repente llega el «stop».
Todos parados, en casa, durante días y días.
Hacer la cuenta de un tiempo cuyo valor hemos perdido, cuando ya no es mensurable en dinero o en ganancia.
¿Qué más podemos hacer con él?
En un período en el que la educación de los hijos, por la fuerza de las cosas, se delega a menudo a diversas figuras e instituciones, el virus cierra las escuelas y nos obliga a encontrar soluciones alternativas, a reunir a las madres y a los papás con sus propios hijos.
Nos obliga a rehacer una «familia».
En una dimensión en la que las relaciones, la comunicación, la sociabilidad, se juegan esencialmente en este no-espacio de lo virtual de las redes sociales, dándonos la ilusión de la proximidad, el virus nos quita la proximidad, la que es muy real: nadie debe tocarse, sin besos, sin abrazos, desde la distancia, en el frío del no-tacto.
¿Desde cuándo damos por adquiridos estos gestos y su significado?
En un clima social en el que interés en uno mismo se ha convertido en la norma, el virus nos envía un mensaje claro: la única manera de salir de él es la reciprocidad, el sentido de pertenencia, la comunidad, sentirse parte de algo más grande, que hay que cuidar, y que puede cuidar de nosotros.
La responsabilidad compartida, sentir que de nuestras acciones depende no sólo nuestra propia suerte, sino de la suerte de los demás, de todos los que nos rodean. Y que dependemos de ellos.
En una situación en que necesitamos, según el Papa Francisco, una “Iglesia en salida”, he aquí que el virus pone en evidencia la clave de esa renovación, asumir mi responsabilidad y desde ahí cuidar de los demás, que son la garantía de que dejamos fluir el Espíritu de Jesús.
Creo que es una buena ocasión para paramos en la «caza de brujas», y dejar de preguntarnos de quién es la culpa y por qué ha ocurrido todo esto, para preguntarnos más bien qué podemos aprender, creo que todos tenemos mucho que pensar y actuar.
Porque con el cosmos y sus leyes, obviamente, tenemos una deuda excesiva.
Nos lo recuerda un minúsculo virus. ¿No será el Espíritu el que sopla?
Nacho
Agradezco tu aporte y mirada Nacho, y el de los que se van sumando en el compartir.
Lo que vivimos como humanidad me habla de una nueva «crisis» global, y como toda situación crítica se transforma en «oportunidad». Me brinda la posibilidad de seguir aprendiendo del Espíritu, e intentar que no se escape el modo de ser «humanos».
Reconozco, a manera de titubeo, algunas intuiciones como:
La oportunidad que tenemos de crecer en la responsabilidad humana de cuidarnos «unos y otros», no «uno de otros», sin fronteras ni distancias, incluso cuando muchas fronteras se cierran en estos momentos.
La creatividad para la presencia y cercanía en nuevas formas de vínculos, cuidando especialmente a los más frágiles, y haciendo todos la sana experiencia de la vulnerabilidad.. todos expuestos.
La posibilidad de volver sobre lo verdaderamente fundamental, que es el valor del lado humano de la vida, ordenando opciones, economías, el acceso y cuidado de una salud integral, etc. Incluso constato cómo en las mesas de discusiones sociales algunos temas han quedado de lado, las diferencias se han acortado, lo humano parece ser lo «común», lo esencial.
En estos días he experimentado cómo la vida se ha re-ordenado, quizá a la fuerza, ya que se ha modificado mi agenda, suspendido actividades, buscado un nuevo modo de cercanía con mis padres mayores de edad, con mis sobrinos y hermanos, como así también con las personas de la comunidad.
Todo me esta invitando, en medio de la «pandemia», a reconocer con esperanza que se abren nuevas oportunidades y la vida, cómo la vivo, es esencial.
Me uno a todos vuestros comentarios ! y por ello digo :
Gracias por vuestras reflexiones que puedo leer e integrarlas en mi dia a dia .
Abrazos solidarios y responsables para todos los que formamos este por un mundo mejor
Esperanza – Responsabilidad- Oraciones- Fe y Confianza –
nada es para siempre – de todo hay que aprender
Mucho necesitamos aprender; generalmente somos altaneros y soberbios, nos estimamos en lo que no somos.- El cosmos, la naturaleza, en su orden establecido entrar en nuestro pequeño organismo humano y ahí tenemos sus consecuencias.- Los lamentos, el miedo, el prevenir, son inevitables convenientes y necesarios.- Para las personas de fe está también la súplica, el abandono, la confianza, el reconocimiento de nuestra poca cosa.- Los medios a prevenir todos cuantos existan, el abandono confiado en la Providencia siempre.-
Comparto tus reflexiones y me llaman la atención algunas cosas que evidencias. Ya nos hace reflexionar las paradojas que estamos viviendo, por otra parte, esa idea que manifiestas de que la naturaleza (el cosmos), tiene sus formas de reequilibrarse, me parece un pensamiento profundo e importante, que debemos tener en cuenta. Por otra parte creo contigo que el Espíritu sopla detrás de estos fenómenos, ayudando a reconducirnos y a poner en orden algunas cosas, aunque a veces nosotros creamos lo contrario.
Aunque nos creamos muy importantes como sociedad y como quienes tenemos dominio y conocimiento mundo, somo frágiles, cualquier cosa (un virus) puede desestabilizar toda nuestra fuerza y soberbia, parando un mundo en cierta manera desbocado por nuestra soberbia.
Creo que este acontecimiento puede enseñarnos mucho, y hemos de aprovechar esas enseñanzas.
Coincido también contigo en la necesidad de buscar las salidas en la reciprocidad y la responsabilidad compartida.
También comparto el punto de vista que esta situación nos ha hecho parar y ponernos a reflexionar.
En un principio me he dado cuenta de que formo parte de la gente más vulnerable, cosa que hasta ahora y en los acontecimientos pasados, ninguno de esta índole, pero de lo que fuera, yo era fuerte, y tenia que preocuparme de mi familia, padres e hijas, estaba en otro posición. Pero ahora soy muy vulnerable, como ya he dicho antes, y reconozco que tengo miedo, un miedo racional, real. estoy cumpliendo con las normas establecidas, pero un poco pensando también en mi, a que negarlo. En mi situación no puedo hacer ayuda directa, pero he pensado que en el contacto que tengo establecido por el móvil, estoy intentando ser positiva y mantener a mis amistades en un plano lo mas positivo y desdramatizado posible.
Por otro lado y después de una noticia que he oído por la tele de que los cielos de España, sobre todo el de Madrid están límpios de contaminación.¿ Tendrá esto algún mensaje ?¿ Deberiamos de replantearnos, pero de verdad un cambio en el modus vivendi ? No se, es muy grande lo que ocurre, y creo que no ocurre porque si, creo que esto forma paerte de un plan de Dios. Gracias por leerme