Este año, y como viene siendo habitual en los últimos veranos, he asistido al encuentro del monasterio de La Estrella, en la Rioja.
Desde que formo parte del grupo de personas, un grupo heterogéneo pero muy enriquecedor, que allí nos reunimos, mi vida ha cambiado y más, aún sigue cambiando. Podría pasarme el resto del día escribiendo las experiencias que he vivido a lo largo de estos años y no creo que terminara, tampoco sé si podría expresar todas esas vivencias en palabras, porque realmente son vivencias. No obstante voy a intentar poner sobre papel la experiencia o la vivencia tan sumamente agradable que he experimentado en este último encuentro.
Después de mucho pensar, e intentar analizar lo que experimenté, he llegado a algunas conclusiones, que claro está, solo son válidas para mí, que soy quien lo ha vivido. Cuando nos reuníamos en pequeños grupos, es cuando contábamos nuestras experiencias del día a día y allí fue cuando descubrí ese placer que hasta ese momento yo si lo había experimentado pero no escuchando hablar a otra persona. Fue una sensación parecida a la que sentimos cuando escuchamos un buen concierto, o vemos una representación que nos gusta, cuando te das cuenta de que no notas el tiempo, no sabes dónde estás, no tienes cuerpo, ni gente a tu alrededor, simplemente, te encuentras muy a gusto y te gustaría que aquello no terminará nunca.
Los componentes de nuestro grupo, sin excepción, hablamos de nosotros y de nuestras vivencias cotidianas, de aquello que nos preocupa, de aquello que hemos resuelto agradablemente, de aquello que nos queda por resolver y de muchas cosas más, pero todas ellas sencillas y de la vida diaria. Se notaba que hablábamos con el corazón y que nos dirigíamos al corazón de quienes escuchábamos. No se dieron consejos, ni pautas, ni recomendaciones, simplemente escuchamos. Aquello fue maravilloso, sobre todo para mí que siempre que he contado alguna experiencia he tenido que oír las consabidas reflexiones, consejos etc., y viceversa, yo también he tenido que dar mis opiniones al respecto, por tanto esto ha resultado muy gratificante para mi espíritu y creo que me va a ayudar ser mejor persona, que es lo que pretendo.
GRACIAS amigos/as de la Rioja y de Alcira por tanto que recibo de vosotros/as en comparación con lo poco que os doy
Pepita Costa
Pepita acabo de leer tu comentario de la Rioja y verdaderamente es asi de sencillo y hermoso poder decir y escuchar a tus compañeros del pequeño grupo porque parece que eres tu te identificas con cada comentario con cada historia y te hece mucho bien tambienel respeto y cariño que tenemoslos unos con los otros a mi personalmente me hace mucho bien me llena de ilusion para empezar un nuevo curso Pepita muchos besos para ti y para Antonio
Querida Pepita: Gracias por compartir tu experiencia. Todos hemos recibido
muchísimo unos de otros, y pienso que es muy difícil medir cuánto hemos aportado a los demás, porque todos vamos predispuestos a dar lo mejor de nosotros. Gracias Pepita por tu alegría, sencillez, espontaneidad, bondad, y…mucho más,¿te parece poco?
Pienso que todos los que asistimos al Encuentro, somos muy afortunados..
l Por que, como a sus discípulos, Jesús nos ha mirado,nos ha llamado, y llevado, a un lugar tranquilo para explicarnos las parábolas del Reino, y hemos de dar muchas gracias por ello. Pero esto no acaba aquí, sí Pepita, yo también pienso que, todas las gracias recibidas,son para que podamos ser mejor personas con la fuerza del Espíritu que todos llevamos dentro. Con mucha paz y serenidad voy asimilando todo cuanto he recibido do todos vosotros. Un fuerte abrazo. Rosa Mª