Un año más La Rioja se ha convertido en cruce de camino y punto de encuentro. 34 personas de diferentes lugares de la geografía española: Bilbao, Pamplona, Barcelona, Málaga y Valencia, hemos compartido experiencias vitales a partir del itinerario propuesto: «CAMINANDO HACIA UN MUNDO MEJOR».
El itinerario se ha trabajado en cuatro pasos:
Primero nos ejercitamos en un acercamiento previo desde la misericordia, porque es imprescindible nuestra actitud de misericordia si queremos experimentar esa humanización que anhelamos y necesitamos.
Un segundo paso fue adentrarnos en la realidad de “la casa común”. Realmente fue muy revelador la visión del origen de la vida, y como en ese origen estamos todos interconectados. Los hombres como Tierra, hemos de aprender a sentirnos parte de ella, no sus dominadores y desde ahí disfrutarla sin perjuicio de la misma. Si dañamos la casa común, nos hacemos daño a nosotros mismos.
Los documentos trabajados y las proyecciones nos han hecho pensar y cuestionarnos. Sabemos que la acción del hombre en cualquier parte del planeta tiene repercusiones, para bien o para mal para otros hombres o especies. También hemos reflexionado sobre el hecho de que nosotros, todos y cada uno somos responsables de nuestra tierra. Los estamentos políticos tienen la acción más fuerte, pero nuestros gestos pequeños y cotidianos, también son germen de transformación y cambio hacia un decrecimiento que hemos visto, necesario y urgente.
Un tercer paso necesario en este proceso es la experiencia de fraternidad universal. La fraternidad como conquista y superación de una rivalidad previa e inevitable. Tres pasajes Bíblicos nos iluminan: Caín y Abel, Esaú y Jacob y la historia de José. En las tres hay luces y sombras y hermanos que rivalizan.
Nos damos cuenta que una comunidad que viva la fraternidad universal tiene que ser capaz de incorporar la propia realidad humana en sí misma. La sombra es parte integrante de nuestra condición humana y eclesial. La fraternidad es posible cuando descubrimos que el poder de curación “es el amor que nos acepta como somos, incluyendo la sombra, afirmando que cada faceta de lo que somos está hecha a imagen de Dios”
Y en el último paso nos encontramos con el misterio y la Mística. El misterio que envuelve la vida y que alguien definió como todo lo que nos queda por conocer y la Mística que Kirkegaard la define como “la capacidad de conmoverse ante el misterio de todas las cosas”.
Han sido unos días intensos de trabajo gozoso y reflexión. Se nos ha regalado un tiempo precioso para compartir, escuchar, experimentar, orar, comunicar, sanar…… Hemos recorrido juntos un camino de fe, personal y comunitario, dónde queda mucho por hacer, si de verdad experimentamos que el Espíritu de Jesús vive en nosotros y eso nos anima a creer que un mundo mejor y más fraterno es posible.
María José Serrano
¡Gracias, Mª José!
Tu reseña sobre el encuetro de este año en la Estrella, es finamente acertado y creo que recoge el sentido que vienen teniendo estos encuentros en los últimos años.
En tu descripción de los diferentes pasos, presentas una buena síntesis de lo vivido en esos primeros días de agosto. Quiero resaltar tres cuestiones:
– Destacar el trabajo de sensibilización ante la necesidad de cuidar la «casa común» (algo que cada vez se hace más necesario e importante).
– El reconocimiento de la rivalidad entre los cercanos y en nuestra cotidianidad, al tiempo que presenta la posibilidad de caminar y buscar una fraternidad que nos humaniza.
– El acercamiento al misterio y la mística como vía de desarrollo espiritual.
Todo ello me hace pensar que aunque estos encuentros han cumplido ya su función, tienen un componente importante de búsqueda de convivencia de un grupo de amigos en un clima relajado, por otra parte siempre acumulan una serie de experiencias profundas de innovación y espiritualidad.