Allá por el mes de noviembre asistí a unas jornadas de fin de semana, muy provechosa en cuanto a compartir experiencias con personas a las que no conocía, pero las sentía y vivía muy cercanas.
En el programa existía una conferencia que me llamó la atención por lo lejana que estaba con lo que estábamos compartiendo. Fue una clase magistral sobre teología dogmática. Comprendí y admití que el matrimonio joven que estaba sentado junto a mi, se levantara y se saliera, antes de aguantar la primera hora de discurso.
El mes pasado, motu proprio, asistía a una conferencia que por el título prometía ser interesante. Tema: «las nuevas cristologías«. Pero, ¡oh sorpresa!, fue otra lección magistral de teología dogmática. También observé, con cierta envidia en este caso, cómo algunos (no tan jóvenes) se salían sin miramientos.
¿Es pura coincidencia, la orientación dogmática de los temas de estudio?¿ Es pura coincidencia que hubiera gente que, no solo no vibre ante esta perspectiva, sino que se aburra? ¿Somos raros los que vamos buscando una religión en la que no nos preocupe los dogmas?