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Los conflictos son como la fiebre

En este momento estamos sufriendo un conflicto entre dos grupos, son momentos tensos y difíciles de los que uno quisiera salir lo antes posible, pero hay que afrontar. Si confieso esto no es porque me alegre o crea que es algo sin transcendencia. Es un momento de esos por los que no quisiéremos pasar pero que hay que pasar muchas veces en nuestra vida de relación. Soy, además, consciente que el que haya conflicto en nuestro grupo no por ello es peor que otros, pues el conflicto es como la fiebre, es indicador de que pasa algo, y en las relaciones humanas, en todas, siempre existirá el conflicto, pues sentirnos uno siendo diversos es un don y una tarea.

El conflicto pone en juego lo más propio y singular de cada persona y del grupo, lo que se traduce en desconfianza, desconsideraciones, desprecios…, pero a la vez necesitamos restablecer la armonía de la relación, sentimos, desde lo más profundo de nosotros, que tenemos que dar un paso adelante, pero no osamos, tememos y pero eso dudamos…

Lo que más nos está costando, no hay que olvidar que es un conflicto de grupo, es evitar la tentación de acusar a la otra parte echándole las culpas a los otros, rechazando su diversidad, cosa que suele ser muy general.

Pero la experiencia que estamos viviendo, por eso quiero compartirla, es que para no acusar a los otros significa que tenemos que aceptar la diversidad que hay en nosotros con respecto a ellos y que se manifiesta en el conflicto. Lo primero que pone de manifiesto el conflicto es lo que hay de diverso en nosotros, echar la culpa a la otra parte es siempre un huir y querer ponernos a la defensiva y, justificarnos, para no afrontar el camino autentico, que comienza por reconocer nuestra propia diversidad y lo que ella provoca en los otros.

El conflicto, de esta forma, será una oportunidad de crecimiento si aceptamos nuestras diversidades y desde ellas nos abrimos en reciprocidad a los otros. Es así como tendemos un puente a la comprensión y al entendimiento. Desde ese hacernos conscientes de nuestros límites de diversidad podemos llegar al mutuo entendimiento y, no desde la soberbia, que acusa a los otros, de aquello que a lo mejor no queremos o no sabemos reconocer en nosotros.

One Comment

  • Charo dice:

    Me encanta esta reflexión que haces, Nacho, y además la comparto. Aunque es difícil entender el conflicto como oportunidad de crecimiento personal, estoy segura que así es. Lo que pasa es que en general andamos espesos/as a la hora de aprovechar las oportunidades que la vida nos ofrece. Se nos van las mejores…

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