Skip to main content

Me admiro de los que se admiran

By 29/03/2013Sin categoría

En estos últimos días un tema de conversación, casi de obligado cumplimiento, son los gestos del Papa Francisco, lo he tenido en la calle, en las casas, en la oficina del banco o en la visita al dentista… Todas las personas con que me he encontrado, jóvenes o mayores, manifestaban su admiración por sus gestos sencillos, más que por las palabras, por ejemplo, el ir en el autobús con sus compañeros cardenales que le habían elegido; el presentarse en la basílica Santa María Mayor sin el coche oficial y sin protocolo; el hecho de ir a pagar su estancia en la residencia antes del cónclave … Todos son gestos esperanzadores, pero hay que reconocer que son cosas tan ordinarias y comunes, que sin duda indica hasta qué punto nos habíamos acostumbrado todos nosotros a cosas tan absurdas como eran el formalismo, la frialdad, la distancia, la majestuosidad, la sacralidad.

Pero hay algo más que yo admiro y es la admiración de quienes lo han elegido o detentan  responsabilidades eclesiásticas porque al reconocer, proclamar y ensalzar esos gestos, no sé si son conscientes de que puede ser una denuncia de que esos mismos gestos y otros similares no están siendo de uso frecuente en los medios eclesiásticos. Por tanto bien venidas esas admiraciones siempre y cuando cunda el ejemplo.

En esta noche del jueves santo, mi admiración, se me vuelve interpelante al contemplar el gesto de lavar los pies a sus discípulos, en donde el evangelista pone de relieve que la verdadera grandeza no está en el honor humano, sino en el amor que transforma a los hombres y mujeres, en la presencia de Dios en el mundo.

El evangelista nos describe la escena, en cada uno de los detalles revela el verdadero sentido del gesto que Jesús ejecuta: el verdadero amor se traduce en acciones concretas de servicio. Cuando dice que Jesús dejó el manto se expresa cómo deja de lado su vida, la vida que él da por sus amigos. Luego toma un paño y se lo ciñe, como lo hacían los sirvientes.

Jesús, al ponerse de rodillas ante sus discípulos, destruye la imagen de Dios creada por la religión: Dios recupera su verdadero rostro de servicio. Dios no actúa como un soberano celeste, sino que como servidor no ejerce dominio sino que comunica vida y amor, y por tanto no legitima ningún poder ni dominio.

Jesús, el Señor, al lavar los pies a los suyos haciéndose su servidor, les da también a ellos la categoría de señores. Su servicio por tanto elimina todo rango porque en la fraternidad que él funda uno ha de ser libre y sentirse igual a los demás.

Sus discípulas y discípulos de hoy tendremos la misma misión, hacer posible otro mundo en el que hombres y mujeres seamos iguales y libres, porque el poder que se pone por encima del ser humano se pone por encima de Dios.

Nacho

 

4 Comments

  • Pilar dice:

    Me asombra que se asombren.
    He recibido muchos correos, publicaciones, artículos y comentarios sobre el nuevo Papa. siempre con asombro desmedido por sus «gestos».
    Pero … ¿Cómo es posible que nos asombre el evangelio vivo y no los fastos y pompas dignos de un imperio medieval caduco y antievangélico?.
    Como expresa el autor: «…sin duda indica hasta qué punto nos habíamos acostumbrado todos nosotros a cosas tan absurdas como eran el formalismo, la frialdad, la distancia, la majestuosidad, la sacralidad.»
    Yo nunca me acostumbré, me produce repelús la carga de tradiciones que atan a la Iglesia y suponen un lastre y un escándalo en su identidad de cuerpo de Cristo.

  • cecilia dice:

    Yo me alegro con los que se alegran y espero con los que esperan… sobre todo, porque a mi edad, he conocido la tiara, la silla gestatoria y todo eso que, poco a poco han ido quitando pero despacio. Y la impresión que tengo ahora es que, desde que Benedicto XVI tuvo la normalidad de renunciar a su ministerio, por razones obvias y sin escudarse en la costumbre, ahora se va a acompasar o acelerar, dentro de lo posible, el proceso de reformas y el abandono de tantas cosas que, siendo accesorias, resultan extrañas y producen desafección.
    A todos nos toca SER COHERENTES. Cecilia

  • celia dice:

    A mi tembien me gusta el Papa espero nuevas renovaciones para todos pero sobre todo por los jovenes porque pienso que es muy dinamico

  • Estoy muy contenta con este Papa, ya era hora de que nos dieran una «nueva imagen» más cohernte con el Evangelio, desde ese grandioso Vaticano.

Leave a Reply