Hace poco he visto la película “La Terminal”, basada en un hecho real: un refugiado político permanece largo tiempo sin poder salir de la terminal de un aeropuerto. El protagonista del film es capaz de hacer de ese “espacio líquido”, un espacio de cercanía personal, de afecto, solidaridad, amor… Cuando finalizó la película se me quedó esta pregunta:
¿No son, bastantes veces y en distintas
ocasiones, nuestra familia, nuestro grupo, nuestros vecinos, nuestro… “espacios líquidos” en vez de ser “espacios relacionales”?
Qué se entiende por “espacio líquido”:
Son aquellos lugares dotados de una gran dosis de anonimato. En ellos, multitud de individuos comparten una misma área geográfica pero sin nada que les una, excepto un objetivo utilitarista. En estos nuevos ámbitos las personas se convierte simplemente en clientes, pasajeros, usuarios, beneficiarios…
Estos lugares tienen su propio código de información, frío e impersonal. Los textos son transmitidos por innumerables soportes gráficos y luminosos: escuetos mensajes prohibitivos, informativos, publicitarios, preceptivos… La profusión de estos mensajes no genera comunicación interpersonal.
Algunos mensajes sonoros agradecen, saludan o muestran amabilidad con voz de robot: “gracias por su visita”, “encantados de servirle”, “buen viaje”… La soledad y la incomunicación caracterizan los “espacios líquidos”.
¿Esta incomunicación es lo que mi interpela pensando, no cuando estoy en un supermercado, en un aeropuerto…, sino cuando estoy en una comida familiar, en mi grupo, entre los amigos y amigas…?
Qué se entiende por “espacio relacional”:
Lo primero que hay que tener presente es que el “espacio relacional”, no es algo que se da, sino algo que tenemos que hacer, que cultivar. Para ello:
Se tiene que habitar física y existencialmente un lugar, poseer una identidad propia, que tiene que ser reconocida y compartida. Poseer en común unos grandes valores, que encauzan sus aspiraciones y comportamientos. Estos valores son aceptados, compartidos y transmitidos de generación en generación. Se manifiestan públicamente. Se recurren a ellos en momentos de dificultad o esfuerzo.
Pero no basta habitar un lugar común tiene que haber elementos que facilitan las relaciones personales. El primero de ellos es un lenguaje común y comprensible, sin necesidad de grandes explicaciones. El segundo es que haya un clima positivo de acogida y comprensión. El tercer elemento es que abunden espacios y tiempos que facilitan el desarrollo de las relaciones personales y los encuentros…
Estos aspectos se convierten en un horizonte de referencia, para crecer en los espacios relacionales: familia, grupo, comunidad, si no queremos que sean también “espacios líquidos”. ¡Toda una tarea! ¿No os parece?