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¿Oír historias ajenas o escuchar la propia?

Recuerdo que cuando era niño oía, algunas veces, un programa de radio que se llamaba “Elena Francis”, si no recuerdo mal, en el que se presentaban diferentes casos y situaciones conflictivas, a los que se le daba una respuesta ponderada para hacer frente. He de confesar que me gustaba. Pero en la medida que ha ido transcurriendo el tiempo, esto se ha multiplicado con los libros donde se narran cuentos o relatos, o los llamados “libros de auto-ayuda” y, más recientemente la invasión, porque invasión es, de proyecciones o vídeos que recibe uno a diario en el correo electrónico, donde te dan “buenos” consejos, o sueños que nos adormecen…

Si se para uno a pensar en todos esos programas de radio, los libros de “auto-ayuda” que te regalan, los PowerPoint que gentilmente recibo insisten, más o menos, en torno a estos argumentos: la capacidad de cambio está en ti mismo; aprende a decir NO; vive el presente ya que el pasado y el futuro no existen; elige aquello que te haga sentir bien; fomenta tus relaciones sociales; tus pensamientos se transforman en realidad y atraen cosas buenas; ama y perdona; gestiona tu tiempo; si quieres puedes; sufrir es inútil…

Ante esto, me pregunto yo, y pregunto a quien quiera opinar: ¿aportan alguna solución a los problemas reales estos programas de radio o TV, libros o vídeos?

A mí no me solucionan nada, ni creo que aporten solución alguna, porque en el fondo, los lectores asiduos de estos libros o los contenidos de esas proyecciones buscan respuestas fuera de uno mismo y que le cambien por arte de magia. Me parece que es como querer levantarse un día y sentirse transformado. Pero en el fondo eso es igual que los que se aferran a los ansiolíticos porque es lo más cómodo para estar tranquilos y relajados. O similar a los que consumen drogas para evadirse de los problemas.

Dicen, y así lo creo yo, que lo importante para encontrar una buena respuesta es hacerse una buena pregunta. Pienso que el miedo real está en el temor a preguntarme lo que me pasa. Pero creo que si no me atrevo a preguntarme lo que realmente me pasa, no encontraré respuesta. Por eso para mí lo justo y necesario, independientemente que se lean, o no, esos libros, se escuchen esos programas o se vean esas proyecciones, lo que realmente me está sirviendo es el libro que estoy escribiendo al narrar sobre mis experiencias más significativas, que vivo en los acontecimientos cotidianos y  en mis relaciones.

Desde esta experiencia invito a mis amigos y amigas, a que escriban sus vivencias y experiencias de lo cotidiano, confieso que me dicen que sí, pero sólo en pocos casos he logrado que dejen de oír historias ajenas y que aprendan a escuchar y escribir su propia vida… El narrar forma parte del proceso de toma de conciencia de mi realidad, me ayuda a hacer mía esa realidad y siento la necesidad de compartirla…

Me atrevería a describir las constantes que he vivido en cualquiera de mis experiencias: el punto de partida es un suceso, algo que vivo o siento; luego me doy cuenta de que algo me está pasando; después trato de comprenderlo para asumirlo, pues aquello es algo que me  está sucediendo a mí, no a otra persona y, finalmente, siento la necesidad de comunicarlo o narrarlo, al menos para mí, aunque constato que cuando lo comparto siempre suscita reacciones en las otras personas, lo que repercute en una mayor conciencia de lo que he vivido.

Convencido del valor que tiene toda experiencia humana, cosa que comparto en el equipo del Servicio de Animación Comunitaria, quisiéramos crear condiciones para que todas las  personas que quieran ejercitarse en la escucha de la propia vida y, a la luz del evangelio, compartirla con otras personas, puedan hacerlo. Para ello proponemos dos encuentros programados para este verano: “Escuchar la realidad” y “Convocados a vivir relaciones nuevas con Jesús”.

Creo que los evangelios nos presentan a Jesús como narrador de un nuevo estilo de vida, lo que Él hace es proponer, no condenar, dar testimonio, no argumentar, asumir la vida, no evadirse de ella…

Si quieres y puedes nos encontramos este verano, juntos compartiremos.

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