PARROQUIA (I)
Oportunidad del resto
VS
Resistencia del residuo
Durante la temporada navideña, he notado a varias personas mayores, principalmente mujeres, expresando su preocupación por la disminución de la participación en las celebraciones religiosas. Sus historias nostálgicas resaltan una época en la que las familias completas asistían con entusiasmo a estos eventos, incluso si los jóvenes se resistían, todos participaban con alegría.
En la actualidad, se observa una disminución generalizada en la participación en los sacramentos y celebraciones en las parroquias, lo
que contrasta con la imagen del pasado donde las familias llenaban los lugares de culto con entusiasmo. La participación ha disminuido en todos los sacramentos y celebraciones, a excepción de los funerales, que aún se llevan a cabo con mayor regularidad, especialmente en el ámbito rural, donde es común que los difuntos pasen por la parroquia.
Visualmente, esta situación puede resumirse en la siguiente imagen, aplicable a muchas familias españolas: abuelos que fueron practicantes devotos de la fe católica, hijos que, aunque fueron criados en esta tradición, no practican activamente la religión, y nietos que han perdido la identificación con cualquier tradición religiosa.
La singularidad de la situación actual radica en el hecho de que estamos siendo testigos del fin del cristianismo de cristiandad en Europa. El proyecto que ha prevalecido durante siglos se está desmoronando ante nuestros propios ojos. Aunque el Concilio Vaticano II ya había comenzado a mostrar señales de su decadencia, todavía no se había manifestado plenamente en términos sociales y religiosos. Como afirmó Tillard, no somos los últimos cristianos, pero sí somos «los últimos testigos de una cierta manera de ser cristianos».
En medio de los desafíos actuales, surge una pregunta crucial que impacta la identidad de un grupo: ¿Seremos considerados un «resto» o un «residuo»? La diferencia entre estos términos radica en la vitalidad del grupo y su compromiso con su misión. Mientras que «resto» sugiere que, a pesar de las adversidades, el grupo sigue vivo y tiene la intención de perseverar, «residuo» implica inutilidad y carencia de vitalidad, llevando a la necesidad de ser descartado.
Esta dicotomía plantea la siguiente interrogante: ¿Cuáles son las medidas que podemos implementar para abordar esta situación y garantizar el cuidado del «resto», siempre disponible? En este contexto, la reflexión del Papa Francisco sobre la evangelización ofrece dos metáforas poderosas: la «persona-cántaro» y la Iglesia como «hospital de campaña». La primera se centra en la proclamación del mensaje del evangelio y la conversión personal, mientras que la segunda destaca la dimensión social y el cuidado de los más vulnerables.
A pesar de las diferencias entre estas metáforas, ambas comparten una prioridad clave: el servicio a la persona. En consonancia con el Evangelio, el Papa destaca que Jesús busca seguidores que no solo crean teóricamente, sino que también sean testigos vivos de su fe. La transparencia y coherencia se presentan como esenciales para proclamar con firmeza lo que realmente tiene sentido en la vida de cada individuo.
Así, en la encrucijada entre ser un «resto» o un «residuo», se revela la importancia de la acción concreta y la autenticidad en la vivencia de la fe. La pregunta sobre las medidas a implementar adquiere así un matiz más profundo, llevando a reflexionar sobre cómo garantizar no solo la supervivencia, sino también la vitalidad y el impacto positivo del Evangelio en la sociedad.
Nos situamos
En estos tiempos de incertidumbre, puede parecer osado proponer una iniciativa de evangelización que tenga como punto de partida la parroquia – o mejor aún, varias – pero, desde nuestra perspectiva, es una oportunidad única.
Quienes continuamos sintiéndonos parte de una parroquia:
- ¿Cómo nos sentimos?
- ¿Cómo nos ven desde fuera?
- ¿Resto o Residuo?
- ¿Piensas que es tiempo de oportunidad?
Podemos dejar nuestros comentarios en la parte inferior
Continuaremos con nuestra… Propuesta de evangelización
Al leer estas acertadas, profundas y finas reflexiones, me he sentido bastante reflejado en las mías propias al tiempo que llamado a repensarme si soy “Resto”.
También me llevó a plantearme ¿Qué puedo hacer para revitalizarme y ayudar a revitalizar otros “Restos”?
Llevo tiempo observando cuando asisto a una celebración litúrgica, ese doble fenómeno de presencia de pocas personas y en la mayoría de los casos bastante mayores. Ello me ha hecho pensar en lo que planteas como “Resto” o “Residuo”. Hablando con un amigo me comentó una metáfora que se ajusta bastante, él proponía que esto es como una planta puede estar mustia y casi marchita, pero podemos distinguir, el resto que tiene raíces y puede revitalizarse, o el residuo que no es posible revitalizar y hay que desecharlo. Quizás la metáfora sea un poco dura, pero pienso que se ajusta bastante a la realidad eclesial que estamos tratando.
Pienso que quienes desde fuera , alejados, nos ven como “Residuos” de un sistema de cristiandad que hoy no responde a la realidad social que vivimos, sin embargo percibo que puede ser un tiempo de oportunidad, para fortalecer nuestra fe, vivir en coherencia con esa fe y así dar testimonio, que a fin de cuentas es lo que ayuda a evangelizar.
Creo que esa iniciativa que propones presentar, puede ayudar bastante a esa revitalización de los “Restos”.
Gracias nacho por tu aportación, siempre actual y acertada, que nos interpela y nos mueve a pensar con más profundidad.
Me han impactado las palabras «Resto» y «Residuo» para poner nombre a una realidad de la Iglesia, que aunque nos cueste es lo cierto.
En mi situación y vivencia de Fe en Jesús, me pregunto, que soy, «resto» o «residuo». Sinceramente quiero ser «resto» pues no quiero dejar de seguir, amar y servir a Jesucristo, en el amor a Él, y a todos mis hermanos, sirviendo lo mejor que pueda desde mi humilde testimonio, y entrega a quienes me rodean y requieren mi acompañamiento.
Confío en la fuerza del Espíritu de Jesús para seguir en Él, a pesar de que muchas veces no es fácil, porque la fragilidad humana está ahí.
Gracias, a todos por vuestras reflexiones, siempre enriquecedoras.
Tengo que reconocer me gustaría que no hubiera necesidad de plantearse estas opciones. Esto significaria que no hay resto, que de lo que hay, hay en abundancia y para todos y menos residuo algo sobrante vacío de contenido e inutil. Pero estoy de acuerdo que esa es la realidad. Yo también observo lo mismo en las realidades en las que me muevo. Y si he de elegir elijo ser resto, un poco triste si, lo reconozco, pero también en búsqueda del sentido de ser resto hoy en el seguimiento de Jesús. Sobre todo elijo ser y vivir siendo. No me resulta fácil, en mi vida hay mucho ruido y aun me cuesta entrar y mirar con honestidad que espera Dios de este resto. He dado pequeños pasos en esa vida cotidiana de relación con los demás en mi trabajo, en mi parroquia en donde me muevo e intuyo que ese ser tiene que ver mucho con escuchar , con escuchar al otro a lo otro y también interpretar que se cuece en en mi cuando soy capaz de escuchar. Ahí me quedo por hoy con el ánimo de seguir en la búsqueda/versus ejerció de seguir siendo en la escucha