1º La escucha de lo cotidiano.
Tengo que reconocer que no ha sido fácil.
Cuando empecé este sistema (itinerario, camino…) sabia que lo que veníamos haciendo ya no servía, pero no tenía nada claro qué había que hacer. Había que probar y experimentar nuevas maneras y así empezamos.
Las primeras veces que tome parte en la experiencia, me desconcertó. No estaba cómoda, sentía vacio, incertidumbre y despertaba en mí dudas e incluso miedos. Pero ante la necesidad de buscar y avanzar, y animada por el grupo, continué.
Repitiendo la experiencia empecé a sentir nuevas impresiones, a descubrir posibilidades, a aprender otras cosas y sobre todo aparecían en mí nuevas actitudes. Fue un pasaje incomodo que me costó barajar. Era perder seguridades ( muletas) tanto a nivel humano como de fe.
Sin embargo, pronto descubrí que tenía que hacer un trabajo en mi misma y que eso era positivo porque daba respuesta a conflictos de mi vida profunda y también cotidiana. Comprobé que me ayudaba a relacionarme con los otros, conmigo y con Dios.
Así se me ha hecho más consciente el presente, aquí y ahora, el valor de las cosas pequeñas que son las que nos suceden el 99.90% del tiempo. Estoy aprendiendo a escuchas: a mi, a la naturaleza y sobre todo al otro, que es lo que más me cuesta pero es también lo que me aporta mayor riqueza y gratitud.
Todas estas cosas me están re-ajustando , todo sigue igual pero la veo y vivo distinto. Me voy sintiendo como mas unificada. Me descubro yo a mi misma y repeto más a los demás. Valoro mucho más al grupo, la importancia de hacer con otros, de crear ambiente de confianza. En este mundo complejo solo con los otros podemos acercarnos a las repuestas.
2º. La escucha de la Palabra.
Tal vez por al camino hecho en el primer Itinerario, ,este segundo me ha resultado más fácil.
Hacía años que echaba de menos un conocimiento más profundo de la Biblia. Hay muchos pasajes que no me dicen nada porque no sé interpretarlos y en consecuencia no me resuenan nada para la oración.
Por otra parte todos sabemos lo difícil que es hacer oración en solitario, hay días que no consigues ni siquiera salir de tu ruido y hacer calma, resulta frustrante. Sin embargo con otros todo es mucho más fácil y es una gozada escuchar la variedad de sugerencias que la Palabra despierta en cada cual. Todas ellas con una verdad vivida que supone una riqueza para la oración personal. Es como una sinfonía, todos los instrumentos tienen la misma partitura pero cada uno le pone su timbre y resulta algo grandioso.
Queda mucho camino por hacer, el itinerario se va ajustando, vas aprendiendo, vas trabajando…No es automático, pero percibes como te va conformando.
No es algo que con una sola vez se conozca, requiere tiempo, experiencia, estar abierto confianza, grupo… Pero, merece la pena.
María del Mar