¡Que vienen los emergentes!

La crisis económica que ha fulminado a las economías de los países desarrollados en mayores o menores proporciones, ha perdonado o incluso está beneficiando a las llamadas economías emergentes, en especial a las que tienen una reserva inexplotada y abundante de materias primas más o menos estratégicas.

         Brasil, Rusia, Méjico, Indonesia y otros países del sudeste asiático, experimentan crecimientos anuales del PIB muy positivos; y otras economías, como China y la India, que cuentan con mano de obra abundante y barata y otras condiciones favorables, avanzan con incrementos próximos o superiores al 10% anual.

          Se calcula que en el año 2050, 19 de estos países emergentes figurarán entre las 30 mayores economías del planeta y entre los 19 tendrán un peso económico superior al de todos los países de la OCDE de hoy.

          Al altísimo volumen de población de algunos de estos países, que con ello constituyen una unidad de producción y un mercado de consumo gigantesco, ayudará sin duda a potenciar ese crecimiento, al igual que ocurrió en su momento con el despegue de Estados Unidos, o con los imperios coloniales de Inglaterra, Francia, España…Pensemos en los más de mil millones de habitantes de China, o los casi 900 millones de la India, o en Brasil, o en Rusia

          La propaganda occidental y nuestros esquemas mentales pregonan y aceptan sin la menor crítica que estos países crecen exclusivamente gracias a la explotación de los trabajadores. Pero hay algo más, mucho más, estamos ante un progreso sensacional en tecnología, en I+D, en una constante elevación del nivel de vida, sino de toda la población, de una clase media que aumenta sensiblemente y que en un número apreciable se encarama a las posición social de la aristocracia de esos países.

          Está claro que un país no crece si no cuenta con un nivel técnico y con unos trabajadores cada vez más cualificados profesionalmente, si no crece al mismo tiempo la productividad de cada trabajador y del sistema en su conjunto.

          Un informe de la Unesco 2010 apunta que China está a punto de superar a EEUU y la UE en número de investigadores. En 2010, el 40% de los estudiantes chinos, o sea más del doble de los universitarios norteamericanos, estudiaban carreras de ingeniería. En conjunto, el 40% de los investigadores del mundo pertenecen a países emergentes.

          Podríamos incluso preguntarnos si la fórmula del capitalismo que se está aplicando en estos países sirve también para elevar el nivel de vida y el bienestar de la humanidad, y podríamos reconsiderar las críticas que desde la orilla del marxismo se hacen al neoliberalismo, tan perjudicial a los países desarrollados en este momento, y relativamente positivo para los países emergentes.

         Y como cristianos, tal como nos invita el Concilio Vaticano II, trataríamos de comprender, ver y sopesar en este análisis los Signos de los tiempos, lo que Dios nos quiere decir a través de estas realidades, de qué manera podemos encauzar estas realidades hacia el avance del Reino de Dios en el mundo

          Pero lo que no podemos hacer de ninguna manera es negar los elementos positivos y de progreso real que se están produciendo en el Tercer Mundo gracias a estos países emergentes. El mapa económico del mundo, y con él el equilibrio político y el orden monetario, están a punto de cambiar. A este paso, para el año 2050, el Tercer Mundo dejará de ser una realidad o un área geográfica determinada, compuesta por el Sudeste Asiático, y Asia Central, África y Sudamérica; habrá un Tercer Mundo, seguramente, tal vez la riqueza estará concentrada en muy pocas manos, y la mayoría estará en un nivel bajísimo de bienestar, pero este Tercer Mundo o Inframundo coexistirá con el mundo desarrollado, ocupará los barrios pobres de las grandes ciudades, algunas áreas geográficas restringidas; en una palabra, Tercer y Primer Mundo convivirán en un régimen de “apartheid” como el que padeció en tiempos pasados Sudáfrica.