Uno de estos días me preguntó un amigo ¿qué piensas de la Ascensión? ¿Qué significa para ti? Le dije que me dejara un tiempo para reflexionar y, después compartiríamos. Y eso es lo que me dispongo hacer.
Lo primero que hice fue leer el texto del evangelio de Marcos (16, 15-20) y un comentario exegético, después tome conciencia de que hoy no pienso lo mismo que pensaba hace bastante tiempo.
La Ascensión significó para mí, en mi infancia, una gran fiesta, baste recordar el dicho popular: «Hay tres días que lucen más que el sol: Jueves Santo, la Ascensión y Corpus Cristi», fue, también, el día en que yo hice la primera comunión, y la verdad es que la imagen que recuerdo es que Jesús subió al cielo, pero para mí el cielo entonces, era el cielo que está arriba, es decir, un espacio inabarcable; luego también recuerdo aquello de los Hechos de los Apóstoles cuando el ángel les dice a los apóstoles: “…qué hacéis ahí mirando el cielo…id a anunciarlo por todo el mundo”…, pocos años después marche al seminario.
Hoy, en este tiempo tan cambiante, plural y desafiante, me está conduciendo a repensar “todo”, también la Ascensión. La Ascensión es la misma, pero no así mi visión, compresión e interpretación.
Veo de otra manera aquello de “estar sentado a la diestra del Padre en el cielo”, para mí tiene hoy un sentido más simbólico y teológico, que espacial y astronómico. El cielo para mí es la plenitud del Amor, es decir, Dios, pero Dios está en todas partes, también aquí y ahora.
Para mi lo central hoy es la Pascua de Jesús, su paso de la muerte a la vida en plenitud. Dicho de otra manera, el hombre Jesús se transforma definitivamente, alcanzando la meta suprema. Se hace una sola realidad con Dios.
De ahí que me pregunte y trate de comprender qué es lo que los apóstoles y evangelistas vivieron e intentaron transmitirnos de su experiencia pascual, al encontrase con Jesús de una manera nueva. El haber vivido con Él, el haber escuchado lo que decía y visto lo que hacía, no les llevaría a la comprensión del verdadero ser. Tal vez estaban demasiado pegados, deduzco yo, a lo externo, y lo que hay de Divino en Jesús no puede entrar por los sentidos, ni ser fruto de la razón. Su desaparición física les obligó, parece evidente, a mirar dentro de sí, y descubrir allí lo mismo que había vivido Jesús, dando lugar a la experiencia del encuentro pascual con Jesús, el Viviente, que les sigue dando vida.
Por eso, opino yo, que lo que llamamos Resurrección, Ascensión, Pentecostés constituyen una sola realidad, que es la Pascua, algo que está fuera del alcance de los sentidos. Esa realidad, no temporal ni espacial, es la más importante para la primera comunidad cristiana, que es la que tenemos que tratar de descubrir también hoy.
En este marco de la Pascua (paso de la muerte a la vida), la Ascensión significa que Jesús alcanza la meta suprema. Se hace una sola realidad con Dios. Somos nosotros, como en su tiempo los apóstoles y los evangelistas, los que necesitamos desglosar esa realidad tan desbordante, para poder penetrar en su misterio. La Resurrección, la Ascensión y Pentecostés son dimensiones de esa única realidad que es la Pascua y la que da sentido a todas ellas.
La verdadera ascensión de Jesús empezó en el pesebre y terminó en la cruz cuando exclamó: Consumatum est” (todo está cumplido). Ahí finalizó la trayectoria humana de Jesús y comienza la nuestra.
La Ascensión pone de relieve, que en la Pascua, Jesús nos pasa el testigo para que aquellos que le acogemos seamos signo y sacramento de su proyecto de que otro mundo es posible y, que Él, llamaba Reino.
Aquí vino
y se fue.
Vino…, nos marcó nuestra tarea,
y se fue.
Vino…, llenó nuestra caja de caudales
con millones de siglos y de siglos,
nos dejó unas herramientas
y se fue.
Él, que lo sabe todo,
sabe que estando solos,
sin dioses que nos miren,
trabajamos mejor.
Detrás de ti no hay nadie. Nadie.
Ni un maestro, ni un amo, ni un patrón.
Pero tuyo es el tiempo.
El tiempo y esa gubia
con que Dios comenzó la creación.
León Felipe.
Hola Nacho, estoy fascinada e ilusionada con este allazgo. Creo que estoy empezando a desaprender, para aprender de nuevo mi vida en y con Jesús y mis hermanos, y eso gracias a Dios y mi comunidad de Alzira. Gracias por tus reflexiones y por este blog POR UN MUNDO MEJOR.