Skip to main content

Una tarde de sábado solidarizándonos con Manos Unidas

El pasado sábado acudimos, como venimos haciendo desde hace ya bastantes años, a la verbena organizada por “Manos Unidas” en Santa Rosalía-Maqueda, dos comunidades unidas administrativamente pero que parten de orígenes y sensibilidades diferentes. Para nosotros, mi esposa y yo, este acontecimiento anual es ya una tradición; este año hemos acudido con nuestra pequeña nieta, y quiero compartir, desde estas líneas, una experiencia agradable al tiempo que me ha hecho reflexionar sobre diversas cuestiones.

Su inicio surge hace ya muchos años desde un proyecto parroquial, que busca sensibilizar a la solidaridad y obtener unos fondos para “Manos Unidas” En la tarea comienza a implicarse un grupo de personas que se afanan por llevar a cabo su organización de forma altruista y que con el paso de los años han ido incorporando otros miembros. han contribuido bastante las academias de baile que existen en el pueblo, que al presentar las actuaciones de distintos grupos de pequeños/as y otros no tanto, hace que las respectivas familias de los bailarines acudan a la verbena y ello crea un ambiente cálido, sencillo, en el que se comparten las bebidas y las viandas (muchas de ellas donadas por personas y empresas solidarias) compradas en la barra organizada a tal efecto y cuyos beneficios son los que van a parar a “Manos Unidas”; además de los producidos por la venta de camisetas con el lema de “Manos Unidas” o en el mercadillo y tómbola. Como podemos observar, constituye un conjunto de actividades solidarias en las que se implica un buen número de vecinos, tanto en la parte organizativa como en la participación lúdica.

Personalmente quiero señalar que esa tarde-noche, disfruté mucho con la compañía de buenos amigos que solemos acudir cada año, así como de otras muchas personas de la organización y asistentes a los que conocemos de bastante tiempo y con los que hemos compartido distintos momentos; además de disfrutar, también me hizo pensar lo necesitada que se encuentra nuestra sociedad de acontecimientos de este tipo en los que las personas podamos relacionarnos, compartir alegrías y además sentirnos solidarios. Digo lo de sentirnos solidarios porque entiendo que la solidaridad (palabra tan de moda), cuyo significado es muy profundo y en estos tiempos de dificultades de muy diversos tipos, se hace imprescindible que la vivamos; pero vivirla conlleva algo más que hacer gestos o dar algo para los demás, sino que donde se encuentra el verdadero sentido es en sentirnos solidarios, ya que ello nos hace sensibles a la necesidad del otro/a y nos empuja a la búsqueda de respuesta a esa necesidad.

En un mundo como el nuestro de grandes contrastes, cada día vemos y oímos a través de unos medios de comunicación que nos atiborran de información (la mayoría de las veces excesiva y redundante sobre todo en noticias negativas y en muchos casos intencionadas para llevarnos a un estado de opinión interesado) se hace cada vez más conveniente y necesario que seamos críticos frente a ella, la contrastemos y tomemos nuestras propias decisiones.

Esta velada me hizo pensar que acontecimientos sencillos, cercanos, solidarios, generosos, son una herramienta fundamental para construir una sociedad mejor. Por otra parte son algo en lo que nos podemos enrolar sin grandes esfuerzos, pero estas pequeñas aportaciones de muchos terminan siendo algo importante.

Al hilo de pensar en grandes contrastes, mis reflexiones me llevaron a un sentimiento que me salta con mucha frecuencia, este sentimiento es de gratitud por la inmensidad de posibilidades de todo tipo que puedo disfrutar, mientras que en otras sociedades las necesidades son enormes. Hace unos días cuando leía el artículo “Lo vivido en una ranchería” sentí esa gratitud por vivir en un país donde la seguridad de las personas está razonablemente asegurada, mientras que en entornos no tan lejanos a nuestra cultura esto no sucede; es más: la vida humana carece de valor y la violencia está tan enraizada que “…tras una matanza, la fiesta sigue…”. También en otros contextos esta violencia se manifiesta   de otras formas: terrorismos, violencias religiosas, de género, etc. Todo ello en un siglo XXI donde cada vez todo es más global y sin embargo surgen con mayor fuerza fenómenos de integrismo, nacionalismo, etc. Es la ambivalencia de un sustrato de pensamiento que no acaba de encontrar sus formas de expresión mediante una respuesta ajustada a estos tiempos. Ello me lleva a suponer que en la sociedad del tiempo de Jesús también existían estos fuertes contrastes, también a Él le tocó vivir en un momento axial de la historia, un momento que supuso un giro, aunque lento como lo eran los cambios en aquella época, pero que modificó la estructura del pensamiento y de la sociedad en lo que hemos llamado cultura occidental. La respuesta personal de Jesús fue la compasión con el débil y la cercanía al necesitado.

Lo anterior no es para llevarnos a sentir que todo está mal y que nada podemos hacer. Probablemente al tomar conciencia de ello, empiece a sentirme empujado a plantearme una postura personal que implique mirarme menos a mí mismo y tratar de implicarme en las pequeñas cosas de la vida cotidiana que facilitan la vida a los demás y en aquellos movimientos de la vida social que hacen crecer la sociedad civil. Esta toma de posición de muchas personas empuja que las estructuras se modifiquen.

Quiero terminar estas reflexiones resaltando que en el momento actual la solidaridad, constituye uno de los pilares más importantes de nuestra sociedad. Solidaridad que la situación de crisis y de dificultad está evidenciando cada vez con mayor fuerza. También señalar que otra manifestación que se está evidenciando ante las dificultades de las instituciones para dar respuestas ajustadas a las necesidades, es la aparición de una conciencia de búsqueda en el fortalecimiento de la “Sociedad Civil”. Es un fenómeno éste que va tomando fuerza y que puede constituir una vía a la que adherirnos.

 

2 Comments

  • Antonio Madueño Aranda dice:

    Después de muchos años, acudí a esa fiesta, desde Fuengirola, me quedé sorprendido de la cantidad de vecinos que estaban implicados, niños bailando, barra llena de voluntarios, tombolas, etc Enhorabuena a los vecinos de Santa Rosalía – Maqueda por haber consolidado una fiesta tan entrañable, tan solidaria, y con tanta participación. Desde Fuengirola nos ofrecemos algunos vecinos para trabajar en vuestra campaña de Manos Unidas, en una actividad con productos de comercio justo, que podríamos tener durante todo el año.
    Lo dicho enhorabuena, y seguimos para bingo

  • ANTONIO CABRERA dice:

    Cuando leía «Lo vivido en una ranchería», la verdad que se me pusieron los pelos de punta, al ver el poco valor que tiene la vida humana en algunos sitios. parece que sea impropio de del siglo XXI y de países civilizados, pero la realidad es que ocurre con bastante frecuencia; y entonces pienso en la suerte que tengo de vivir en un país, como dice Cristobal, donde la seguridad de las personas esta razonablemente asegurada.

    Al coger un periódico, ver la TV, escuchar la radio, etc.y ver todas las miserías que afligen al mundo cada día, tanto económicas, políticas, guerras, etc.que afectan a tantos millones de personas,. y normalmente están provocadas por «DESCEREBRADOS», me pregunto que es lo persiguen, por supuesto no es el bien común de las personas, quizá sea que la historia hable algún día de ellos.

    Pues bien, ante tal magnitud me veo totalmente impotente para paliar en algo todos estos despropósitos, y la única solución que veo es tratar de hacer el mundo que me rodea como a mi gustaría que fuese el resto. Pienso que si mucha gente pensara lo mismo y aportáramos ese minúsculo granito de arena se podría conseguir mucho.

Leave a Reply