Muchas veces me encuentro una situación similar: Tengo ante mí tengo una persona que su pareja la ha abandonado por otra persona. Así de sencillo y rotundo. Y así de duro y humillante para la persona abandonada.
Independientemente de los años de convivencia, los hijos que se tengan o no en común, la edad, incluso del género, la experiencia emocional es siempre parecida.
Es una mezcla de rabia porque alguien ha arrebatado a la pareja; impotencia por perderla y no poder hacer nada; miedo, desesperación y sensación de soledad tan infinitas que ahogan… cada persona varía la intensidad de cada una de estas emociones dentro de su íntima forma de vivenciar esta experiencia vital.
Junto a todas estas emociones, pienso que siempre hay una común a muchas personas abandonadas. La sensación de que la persona con la que se ha ido su pareja es mejor que ella o que él. Esta idea los hunde y creen que es definitivamente así. Entonces se dejan caer en un pozo en el que a la pérdida en sí, se une la sensación de no valer nada.
La realidad es que la “otra” persona no es mejor ni peor que yo, simplemente que en el proceso personal de cada uno, la pareja, por algún motivo, se fijó en esa persona. Tal vez sentía un vacío y comenzó a sentir que la otra persona lo llenaba y se desencadenó el estado de enamoramiento. Estado siempre transitorio que puede terminar con decepción o con amor real.
Yo me pregunto ¿Me enamoro de una persona o de la idea de persona que yo me formado en mi pensamiento? Por eso mismo la decepción. La decepción tal vez no deba ser hacia el otro, sino hacia la idea del otro que yo mismo me he formado. En el fondo me decepciono de mí mismo y de mis idea, aunque no me dé cuenta de ello.
En la vida y en la relación de pareja, o cualquier otro tipo de relación no existe lo inmutable. La vida es movimiento y en el momento en el que una relación se estanca, comienza a morir, a veces lentamente y dura toda la vida y a veces rápidamente.
Para no morir hay que moverse.
Sólo pienso que si me ha abandonado no es porque la otra persona sea mejor, si no porque la relación se estancó en algún momento. En el fondo yo lo sé, aunque lo niegue.
Si la relación es irrecuperable, muchas veces se lucha por recuperar algo muerto y es peor, por eso pienso que lo mejor es elaborar el duelo y seguir avanzando en la vida, porque seguro que ésta todavía me puede ofrecer muchas más cosas de las que pienso si estoy dispuesto a arriesgar.
Para eso hay que creer que siempre hay una oportunidad.
Francisco