Estoy viviendo una experiencia pastoral que me está despertando muchos interrogantes e inquietudes. Resulta que el joven sacerdote, párroco de la parroquia de mi pueblo y de otros dos pueblos, ha sufrido una seria cirugía y cuya recuperación se prevé que será larga. No voy a adentrarme en lo que está suponiendo para este sacerdote, los interrogantes, sufrimientos, cómo lo está afrontado, sus sueños y esperanzas, simplemente por respeto y cercanía. Continue Reading
No creo que la afirmación sea una mera intuición, para mí es una convicción. Mi experiencia me lo confirma, pues, a pesar de ser un buen lector y estudioso, reconozco que lo que me queda como propio es la experiencia vivida, lo otro ilustra la mente pero no llena el corazón.
Hoy las ciencias humanas convergen en situar la experiencia en el centro de cualquier proceso de aprendizaje, sobre todo, en aquellas dimensiones que están relacionadas con el sentido de la vida y, por tanto, en la evangelización. Continue Reading
El periodo de pandemia ha sido la ocasión para profundizar en algunas cuestiones que tenía pendientes, una de ellas era la del discernimiento. En su tiempo, en el Servicio de Animación Espiritual, habíamos elaborado una sesión sobre el discernimiento más informativa que práctica. Mi experiencia sobre el discernimiento la tuve cuando participe en unas jornadas, animadas por el jesuita Toni Catalá, recientemente fallecido. Lo había puesto en práctica en algunas ocasiones, pero necesitaba, en el marco de la traslación de las Ejercitaciones, poner al día, pues intuía que podría aportar una mayor profundización al primer itinerario. Continue Reading
La primera semana de agosto, después de más de un año y medio de no habernos podido encontrar físicamente, nos hemos reunido el Grupo Español.
Yo tenía mis dudas, posiblemente era miedo acumulado después de tanto tiempo de encierro y precauciones y también porque coincidía con la 5ª ola. Llegamos todos, 12 personas, con nuestras mascarillas y nos saludamos desde la distancia. Primer punto a tratar; las mascarillas, todos vacunados, algunos con test de antígenos negativos, espacio suficiente, perfectamente ventilados, lo más posible en el exterior… nos las quitamos. Aquello ya fue otra dimensión, vernos las caras, sentirnos próximos… otra vida.
Desde ese momento, yo empecé a sentir que me aligeraba, como un globo que recibe aire y se hincha, empieza a levantar y poco a poco asciende y vuelve a ver el horizonte y la inmensidad. A las pocas horas me sentía diferente, restablecida y animada.
Como siempre, compartimos oración, trabajo, vida, comidas, sobremesas, canciones, silencios y risas. Una tarde nos la tomamos de descanso en la piscina, el sol caía, la brisa nos visitaba. No hablábamos de nada transcendente, simplemente “éramos nosotros mismos”. Yo pasaba la vista por todos y cada uno de nosotros y daba gracias por la existencia de cada uno de ellos en mi vida, sentía plenitud e infinito agradecimiento. ¿Es eso la fraternidad evangélica? ¿Deberían ser siempre así las relaciones humanas?
El tema principal del trabajo fue el discernimiento; hicimos un ejercicio completo, que me pareció muy interesante y útil, para la vida personal, como grupo, como Iglesia y como humanidad. Creo que es un tema importante en este momento histórico y que se necesita un ejercitarnos en ello con calma y dedicación.
Nos dejó a todos tan buen sabor de boca que ya estamos pensando en el próximo. Todos estuvimos de acuerdo en que estos encuentros son imprescindibles para la vida del Grupo.
M. del Mar Manteca