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Cualidades o calidad humana

La sociedad moderna ha apostado por lo exterior. Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni nadie. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando, si es que alguna vez lo hemos tenido, lo que es saborear la vida desde dentro, desde la profundidad de ser humano.

Tal vez por eso a muchos humanos, mujeres y hombres, nos resulta difícil distinguir, a algunas personas le puede parecer un tanto teórica, la propuesta que planteo. Cualidades o calidad humana no se oponen, pues las dos son humanas, pero para mí no son lo mismo. Es por eso que quiero compartir esta reflexión y abrir un diálogo.

Las cualidades son aquellas características que distinguen a algo o alguien. Las cualidades humanas, en general, son características significativas que distinguen a una persona, como puede ser la belleza, ser inteligente, ser buen escuchante, ser paciente, ser práctico… En cambio la calidad humana define el ser de una persona en su conjunto, no un aspecto o dimensión de su ser como son las cualidades tanto positivas como negativas.

La distinción de cualidades y calidad humana no es una distinción baladí pues tiene consecuencias de gran calado humano, tiene serias repercusiones a la hora de valorarme tanto a mí mismo, como a las demás personas. El hecho de aceptar en mí una cualidad positiva, por ejemplo soy inteligente, o una cualidad no positiva, tiendo a culpabilizarme, puede llevarme o bien al engreimiento, o bien a la depresión. En ambos casos no definen mi ser total, solo son propiedades de mi ser.

Lo mismo nos puede suceder respecto a las demás personas. Ante una persona me puedo dejar seducir por su belleza, o puedo rechazarla por su gran tenacidad. En el fondo lo que ocurre, tantas veces, es que tomo la parte por el todo. Esta apreciación tiene consecuencias muy serias para la relación con dicha persona. Pues si me dejo seducir por su belleza puedo olvidarme que la persona es más que su belleza y lo mismo ocurre si la repudio por su tenacidad, en el fondo no tengo en cuenta la persona que es, sino un aspecto de ella.

Esta distinción, entre cualidades y calidad humana, está siendo para mí una de las claves para acercarme a la escucha de los evangelios y descubrir la novedad que es Jesús para nuestro tiempo. Los relatos evangélicos son experiencias humanizadoras. Nos presentan a un Jesús que nació en una aldea tan insignificante que no aparece en la Biblia hebrea, su padre tenía un oficio de los de abajo, en una familia de la que sus vecinos no esperaban nada espacial; no tuvo más formación que la común de la gente sencilla; no obtuvo ningún título académico; no destacan en él ninguna cualidad, fue uno más del pueblo… En esa ubicación su calidad humana se fue forjando en la escucha de la vida real, concreta y sufriente de su pueblo; en las relaciones con las personas, acogiendo y compartiendo con los pobres y, de forma singular, en diálogo permanente con el Padre, en los momentos significativos y en la cotidianidad de su vida buscando siempre hacer su voluntad. Como dice Lucas, iba creciendo, además de en edad, en estatura, en fortaleza, en sabiduría y gracia, tanto ante Dios su Padre, como ante los seres humanos, sus parientes y vecinos. Eso quiere decir que Jesús tuvo que discernir en su vida por lo que su misterio se da en su plena condición humana.

Para las personas que, como yo, se pregunten cómo medir la calidad humana, les digo que para mí las experiencias de los testigos del evangelio está siendo mi mejor referente para seguir a Jesús en su calidad humana y divina. Les comparto mi experiencia…

 

Mi calidad humana se mide

por el sabor de boca que dejo a los demás

con mi presencia y con mis comportamientos.

Se mide según a quien amo

y según a quien daño.

Se mide según la tristeza o la felicidad

que proporciono a otras personas.

 

Se mide por los compromisos que cumplo

y las confianzas que traiciono.

Se trata de no hacer demasiado alarde

de lo bueno que hago

cuando uno sabe su valor,

pues a veces no es necesario decir nada.

 

Mi calidad humana se mide

por la capacidad que tengo de ser

compasivo y comprensivo con los demás.

Por la capacidad que tengo de ver

más allá de las apariencias,

de valorar a las personas

no por su aspecto o estatus.

De ser sencillo

a pesar de tener medios

que otras personas no han tenido.

De dar un buen trato a todas las personas,

aun a las más humildes,

que son quienes más necesitan

una muestra de interés, cariño o humanidad

sin importar títulos o función que desempeño.

 

No se mide por con quien ando,

ni por el número de personas

con quienes salgo.

No se mide por la fama de mi familia,

por los estudios que tengo,

por la marca del coche que manejo,

ni por el ministerio que vivo y realizo.

No se mide ni por lo inteligente,

ni por lo tenaz que soy;

por la marca de ropa que llevo,

ni por el tipo de música que me gusta.

 

Mi valor es simplemente otra cosa.

 

La vida será conmigo tan justa

como lo sea con los demás.

Sentirme amado por Dios

y querer que los demás se sienta amados.

Esto es lo que me da un verdadero valor a mi persona,

esto se llama tener una verdadera calidad humana.

 

Nacho González

5 Comments

  • Cristóbal dice:

    Al leer tu artículo se han despertado varias reflexiones y sentimientos en mí, por una parte lo mental y racional me llevó a dilucidar sobre “cualidad” y “calidad”, me ha ayudado a situarme en mis propias cualidades, cosa que me ha venido bien porque precisamente este mes es algo que llevamos en el tema de estudio de nuestro Equipo de matrimonios. Sin embargo, lo que ha hecho profundizar en mí mismo, ha sido intentar situarme en mi calidad; calidad como persona, en la calidad de mis relaciones, en la valoración que hago de otros. Es decir, como soy en mi globalidad y como recibo y me reciben quienes se relacionan conmigo.
    Quiero agradecerte Nacho, tu escrito, me ha hecho darme un repaso a mí mismo, al evaluarme en mi propia “calidad”, y sobre todo al tratar de hacerlo desde la perspectiva de la persona de Jesús en el evangelio.
    Todo ello, me ha despertado sentimientos de agradecimiento por la gran cantidad de apoyos recibidos desde distintas fuentes, que al irme llegando a través de distintas personas y caminos, van configurando mi propia evolución personal, y mis relaciones.
    Gracias también por esa guía de evaluación de la “calidad” que nos regalas.

  • Marie-Paule dice:

    Voir au delà des apparences… j’ai entendu souvent ces mots sans entrer vraiment dans la démarche.
    Les mots de ce message m’invitent et m’encouragent à regarder plus profondément la personne, à repérer la qualité (humaine) de ceux et celles que je rencontre, à travers leurs qualités personnelles, découvrir leur façon d’être présents et tout cela le faire avec beaucoup de patience…. ce sera porteur pour une autre manière du ‘vivre ensemble’ si je compte, en même temps, sur la Présence de Jésus, qui donne sens et fait vivre.
    Image magnifique ! Merci Nacho.

  • Támara dice:

    Gracias por tu hermosa exposición, profunda y vivencial. Me anima a profundizar en mi calidad humana y a buscar cómo valorar y querer a cada persona también por lo que es.

  • Rafi dice:

    La calidad humana, es el imán que atrae a otras personas. Calidad humana es loque buscamos cuando tenemos necesidad de compartir nuestra vida o parte de ella con otras personas. Pienso que a todos gustaria tenerla.
    Gracias Nacho.

  • feliciano dice:

    Una definición preciosa.- Qué hermosa exposición, qué importante para nuestras vidas entender todo esto y sobre todo observarlo.- Me ha gustado mucho.- Tiene un valor excepcional para las personas de nuestro mundo, cuando todos nos movemos en la superficie de las cosas que nos toca vivir.- Pienso que la calidad de la persona humana arranca y se fundamenta, precisamente, en la Palabra de Dios; ahí podemos encontrar los valores que cuentan y que nos hacen grandes ante Dios y también ante los demás.-

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