Durante estos primeros días de junio, hemos estado reunidos para preparar el encuentro en La Rioja que tendrá lugar en agosto.
Me piden que cuente la experiencia vivida .
Aunque no me considero buena narradora, me dispongo a ello con la mejor voluntad.
Voy a comenzar diciendo que estos días han coincidido con el final de curso que, como suele ocurrir todos los años, es agotador por el número de reuniones de trabajo y el de comidas y cenas de jubilaciones y/o despedidas.
Me he sentido muy cansada. Me costaba más trabajo que de costumbre concentrarme y tenía la sensación de que no nos daba tiempo a terminar el trabajo.
Ahora, que ya ha quedado todo listo y en orden, me siento una privilegiada, porque las personas con las que he trabajado me aportan todo lo son (y os aseguro que son de gran calidad, inteligencia , y poseedoras de muchos valores).
La oración diaria compartida ha sido un momento especial.
La Eucaristía celebrada el domingo, fue de lujo.
Ha merecido la pena el esfuerzo, por lo mucho aprendido sobre el tema y por lo mucho vivido durante la elaboración.
Creo que recibo más de lo que aporto, por lo que el saldo se inclina a mi favor.
Ha sido una experiencia muy enriquecedora.