Atendiendo a la invitación del Papa Francisco que, en uno de sus mensajes, pedía a los sacerdotes de su diócesis de Roma: “ser discípulos y misioneros, no funcionarios». Voy a tratar de hacer mía esta invitación que sin duda resulta profética, en mi opinión.
Haciendo un breve y rápido recorrido por mi vida ministerial, he de reconocer que no ha sido nada fácil. En los primeros años de mi ministerio sacerdotal en la parroquia (año 70), de los que guardo un grato recuerdo, pero vistos desde hoy mi “entrada” y “toma de posesión” de la primera parroquia, (términos que se utilizaban en aquel entonces con la mayor naturalidad, pero que hoy me chirrían los oídos y me resisto a usarlos). Me di pronto cuenta que tenía que olvidar todo lo que había estudiado, y tuve que aprender otra manera de ser, de vivir, de relacionarme desde la “función” que tenía que desempeñar. Mi vida giraba en torno a la parroquia, especialmente el trato con personas, que procuraba cuidar y atender con mucho esmero y, sobre todo, en preparar y celebrar los sacramentos, el año litúrgico y fiestas populares. Aún recuerdo a la señora María cuando le preguntaba, con ocasión de alguna celebración festiva, cómo tenía que hacer, cuál era la costumbre con cierto reparo por mi parte y me decía: “no se preocupe estoy acostumbra, son ya cuatro los sacerdotes jóvenes que he tenido que enseñar”. Pero todo esto lo vivía solo sin ninguna acogida y apoyo ni por parte de la diócesis, ni por parte de los compañeros sacerdotes más mayores, simplemente me daban recomendaciones y consejos a mis inquietudes apostólicas… Continue Reading



