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Nos han robado el futuro…

Somos un matrimonio joven 30 y 24 años, nos casamos el verano pasado, y ahora estamos esperando nuestro primer hijo.

Yo estudié una ingeniería, que terminé en 2009, y mi mujer hace poco que ha terminado arquitectura. Hace algunos años, cuando nos imaginábamos nuestro futuro, nunca nos hubiéramos pensado que sería como el que estamos viviendo.

Un matrimonio con nuestros estudios hace unos años podía ganar perfectamente unos 6000 euros al mes, tener un nivel de vida sin apenas preocupaciones y con todas las comodidades. Mientras que nosotros, al igual que muchísimos jóvenes, actualmente nos encontramos los dos sin trabajo, subsistiendo gracias a dar clases de repaso o haciendo cualquier trabajo esporádico que nos va saliendo, pero sin nada que ver con nuestra formación. Continue Reading

¡Hay ritos y ritos!

El otro día oí la siguiente noticia en la radio, que me llamó la atención: “Algunos clubs de futbol ofrecen “columbarios” para enterrar las cenizas de los socios que así lo deseen”, y añadió, a continuación, “en el extranjero, hay clubs que también ofrecen espacios y atención para celebrar el nacimiento de hijos e hijas de los asociados, bodas y demás eventos sociales”, con los colores e himno del club”… Hasta aquí la información. Continue Reading

Abrimos un nuevo blog: «A la escucha de la Palabra»

Los evangelios son relato de una experiencia de fe, no son como una estancia doctrinal, moral y reguladora, por eso nos permite hacerla nuestra y compartirla. La palabra evangélica, pues, es una palabra entre “tú” y “yo”, y no una doctrina o explicación, sino que es evangélica en la medida en que “yo” “te” narro lo que “yo” vivo a propósito del encuentro con Jesús, el Viviente y que se convierte en Buena Nueva para “ti”. Continue Reading

Me admiro de los que se admiran

En estos últimos días un tema de conversación, casi de obligado cumplimiento, son los gestos del Papa Francisco, lo he tenido en la calle, en las casas, en la oficina del banco o en la visita al dentista… Todas las personas con que me he encontrado, jóvenes o mayores, manifestaban su admiración por sus gestos sencillos, más que por las palabras, por ejemplo, el ir en el autobús con sus compañeros cardenales que le habían elegido; el presentarse en la basílica Santa María Mayor sin el coche oficial y sin protocolo; el hecho de ir a pagar su estancia en la residencia antes del cónclave … Todos son gestos esperanzadores, pero hay que reconocer que son cosas tan ordinarias y comunes, que sin duda indica hasta qué punto nos habíamos acostumbrado todos nosotros a cosas tan absurdas como eran el formalismo, la frialdad, la distancia, la majestuosidad, la sacralidad. Continue Reading

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